Estar en capilla



La locución “estar en capilla” evoca la orden de Felipe II (1527 - 1598) de que todos los reos condenados a muerte debían pasar la noche anterior en una capilla (o desde que se le notificara la sentencia hasta su ejecución, para lo cual valía cualquier pieza de la cárcel habilitada como oratorio); tras confesarse, oír misa y comulgar, debían encaminarse a su ejecución; nadie debía ser ejecutado sin haberse cumplido esta orden.
La expresión alude asimismo a quien espera el éxito de una pretensión o negocio de importancia.
Proviene de la antigua tradición en la Universidad de Salamanca (la más antigua de España, que ya cumplió ocho siglos), en la que los doctorandos, el día previo a defender su tesis, debían encerrarse durante un día entero en la capilla de Santa Bárbara de la vieja catedral salmantina para pedir iluminación al Espíritu Santo. Allí se preparaban en absoluta soledad; incluso recibían la comida por un pequeño postigo. En dicha capilla están los escaños de los profesores, y en la cabecera de la tumba de mármol del obispo Juan Lucero, la silla del doctorando. Por tradición, los estudiantes apoyaban sus pies en los de la figura yacente que cubre la tumba pasando así la noche meditando y buscando inspiración, por lo que hoy los pies de la escultura se ven corroídos. Finalmente entraba el tribunal examinador ante el que se debía defender la tesis, y si el doctorando aprobaba, era sacado por la puerta principal de la capilla, de ahí el dicho “salió por la puerta grande”, tomado por la jerga taurina como apoteosis del torero. Si el doctorando reprobaba, debía salir por una puerta pequeña que daba a la calle de los carros, de ahí la otra locución: “salir por la puerta de los carros” o “salir por la puerta de atrás”, aludiendo al fracaso. El doctorando exitoso, ya con ropas y nombre de doctor, salía en hombros de sus amigos entre vítores, tras lo cual debía invitar al tribunal y al bedel a un ágape.
Todavía se usa en ciertas facultades que al momento de tomar examen, cuando la mesa examinadora llama a los próximos alumnos a rendir examen, un profesor le diga a cada uno “a capilla”, lo cual equivale a “sigues tú”.

Los que pasamos por estos ensayos de muerte, sea por la espera previa al examen o a la ejecución, sabemos que referirnos a la adrenalina de esos instantes bien merecería un capítulo aparte.

Lic. Tamara Le Gorlois

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