Entre la rusticidad de los reductos autóctonos peruanos de la zona de Abasto y la modernidad de los restós fashion de Palermo, el Bajo Belgrano se posiciona como un tercer polo de gastronomía peruana, con un buen punto medio: restaurantes a precios razonables, comida rica y un ambiente autóctono, que mezcla en su público a argentinos, peruanos y turistas de otros países.
La zona tiene desde hace años dos restaurantes que funcionan como faros de la comida peruana: Contigo Perú y Primavera Trujillana que, casualmente, comparten la misma numeración (1627), uno sobre la calle Echeverría y el otro sobre Roosevelt.
A la misma altura, se suma una tercera opción: Lucumma en el 1679 de Olazábal.
En la frontera con el Barrio Chino, el restaurante abrió sus puertas hace poco más de seis meses bajo la administración de los mismos dueños de Cocoroco, otro restaurante cercano (sobre Olazábal, al otro lado de Cabildo), mucho más rústico y de público netamente peruano.
La idea de Lucumma es alcanzar lo que logró Contigo Perú: sintetizar en un solo lugar el sabor auténtico peruano en un ambiente y con una presentación de platos y un nivel de precios que satisfaga del paladar argentino. Sus armas: un salón prolijo, con un pequeño patio a cielo abierto, sin excesos decoraciones precolombinas salvo alguna que otra máscara, y una gastronomía clásica limeña, que hace hincapié en los pescados y mariscos más que en el pollo a las brasas, como otros restaurantes peruanos. La cercanía con los mercados del Barrio Chino augura frescura en todo lo que viene del mar.
Empezamos por un muy buen Pisco Sour ($12) servido en un vaso largo, con un toque de canela, ideal como aperitivo o para acompañar la comida. También hay jarra de la tradicional Chicha Morada ($18 por 1 litro).
Probamos de entrada una muy buena Causa Rellena ($13) y una siempre cumplidora Ocopa Arequipeña ($14), similar a las Papas a la Huancaína, pero con una salsa de sabor más herbáceo aportado por la albahaca y otras hierbas. Después pasamos al ceviche. Hay nueve variedades, aunque las diferencias entre algunas son muy sutiles. Existen, eso sí, dos puntos en común entre todos: 1) son muy abundantes, ideales para compartir, y 2) los hacen de lenguado y no de mero, o gatuzo, como en otros restós peruanos, lo cual tiene sus pros y sus contras, ya que se siente más el sabor del pescado, pero la textura es más blanda. Cuestión que probamos dos: el Ceviche de lenguado al jugo verde ($30), con una salsita de lima y cilantro, y el Ceviche Lucumma ($28), con langostinos de importante tamaño; tal vez incluso un poco grandes para un ceviche. Para salir un poco del océano, degustamos un Lomo saltado ($20), con arroz y papas fritas bastón. Estuvo muy bien.De postre, están los clásico peruanos: Suspiro a la Limeña ($12), Mazamorra Morada ($10). Fuimos por un cremoso Mousse de Maracuyá ($10), que cumplió con su cuota de dulce y fruta.Con una ambientación cuidada, precios muy razonables y una presentación de platos impecable, Lucumma tiene una propuesta interesante para los cada vez más fanáticos de la comida peruana. Como todo restó nuevo, queda aún ajustar detalles en materia de servicio y terminar de conocer las preferencias locales, pero con el tiempo, podría seguir el camino de los demás representantes peruanos de la zona.
Agosto 2009.
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