A pocos kilómetros de General Roca, en el sorprendente zoo Bubalcó, la fauna autóctona convive con especies exóticas
En buena parte del Alto Valle parece que no queda superficie sin sembrar. Las chacras de manzanas y peras, con sus plantaciones perfectamente simétricas, se alinean a ambos lados de los caminos. Desde el aeropuerto de Neuquén, cabecera urbana de la región, hasta General Roca, ya en Río Negro, es evidente el movimiento económico generado en parte por la fruticultura local. Barrios privados, concesionarias de autos de alta gama y hasta flamantes hoteles-casino con todas las estrellas son algunos de los nuevos vecinos en este extremo norte de la Patagonia junto al río Negro.
Raro contexto, es cierto, para Sasha y Kanvar, una pareja de... tigres de Bengala blancos, recientes padres primerizos de dos cachorras, quizá las primeras en su especie nacidas en este lado del mundo.
La feliz familia es uno de los principales atractivos de Bubalcó, un sorprendente zoológico que nadie sospecharía que estuviera ahí, a cinco kilómetros de la ruta 22, entre plantaciones de manzanas y peras, justamente.
Abierto con bajo perfil hace poco más de un año, el predio de 34 hectáreas lejos está de ser una reserva de fauna autóctona. Por el contrario, en su colección hay 800 animales de 120 especies de los orígenes más exóticos, desde un mono gibón tailandés hasta un tigre de Siberia, pasando por un amplio abanico de aves en algunos casos en riesgo de extinción.
No es tampoco uno de esos zoológicos urbanos, con jaulas de espacios limitados y no siempre muy adecuadas para sus habitantes. Esto es la Patagonia y tierra no es lo que falta: Bubalcó, en todo caso, se emparienta con el modelo de Temaikèn. "Más que parque temático o reserva, me gusta definirnos como un zoológico moderno -explica el coordinador general, Jorge Nori-. Hoy, hay cierto prejuicio con el término zoológico , pero nosotros tenemos claro que nuestros objetivos son la concientización, la educación y, sólo por último, el entretenimiento."
El sector de Sabana africana, donde viven antílopes, avestruces y cebras, por ejemplo, debe abarcar más de una hectárea. Esto hace, por supuesto, que los animales no siempre se encuentren tan visibles como en un zoológico de jaulas pequeñas, más jugado hacia la exhibición. "Prefiero que nos critiquen porque algún animal no se ve demasiado bien antes de que nos digan que no los tenemos en condiciones adecuadas", dice Nori, durante una de sus diarias rondas por un parque que evidentemente lo apasiona. "Yo ya estaba hecho profesionalmente en otros ámbitos, aunque siempre fui aficionado a los animales -cuenta-. Esto surgió como una beca".
¿Pero cómo llegó todo esto acá? En la explicación hay otro paralelo más con la historia de Temaikèn. Así como el zoo de Escobar es en cierto punto un gusto de los Perez Companc, Bubalcó es el sueño del empresario Julio Rajneri, dueño del diario patagónico Río Negro y gran coleccionista de aves.
De hecho, el proyecto del zoológico patagónico se inició con los exóticos y valiosos ejemplares de Rajneri, para los que se contruyeron unas grandes jaulas. Allí convive, por ejemplo, la única pareja de guacamayos ambiguos en la Argentina (el segundo psitácido más grande, sin diferencias entre machos y hembras).
El grado de convocatoria de un zoológico en las afueras de General Roca no era algo sencillo de prever. Pero a un año de la apertura, sus responsables aseguran estar satisfechos. El lugar ha sido un éxito especialmente con las escuelas, que representan el 70 por ciento de sus visitantes. Según Nori, cada día lo recorre un promedio de mil alumnos llegados incluso desde Temuco, Chile. Ahora, uno de los desafíos es conseguir detener en el zoo a algunos de los numerosos turistas que suelen pasar por la ruta 22 con diversos destinos.
Se necesitan unas tres horas para recorrer todo el sitio, que cuenta con varios puntos altos:
1. El invernáculo. De afuera, recuerda la terminal vidriada de un aeropuerto moderno. Pero al ingresar se descubre una especie de selva encapsulada, radicalmente diferente del árido paisaje exterior. En ese microclima se pueden apreciar variedades de aves, incluyendo un orgulloso tucán, además de una boa lampalagua y un lémur de lo más curioso.
2. El aviario. Este es un espacio realmente único, probablemente uno de los más grandes en su tipo del mundo. El aspecto es el de una gran carpa de circo, pero de red en lugar de lona, de 200 metros de largo por 90 de ancho. Todo sostenido por enormes columnas, en una obra de ingeniería realmente llamativa. Adentro, corre un pequeño arroyo que es a la vez un pequeño ecosistema. Allí conviven patos, gansos, faisanes, gallaretas, cisnes, brantas y pavas. Y también Tobías, un mono gibón que, a pesar de sus malos modales, es uno de los favoritos tanto de los visitantes como del equipo de Bubalcó.
3. La familia de tigres de Bengala. Sasha tiene cuatro años, viene del Zoológico de Buenos Aires y el 30 de noviembre fue mamá por primera vez al concebir dos pequeñas cachorras después de más de 100 días de gestación. Kanvar, el padre, es menor, tiene dos años, y llegó desde Temaikèn. Hubo una enorme expectativa respecto de este nacimiento, como es lógico. En los días previos, a Marcelo Javier Miserendino, veterinario del zoo, no había quien no le preguntara por las novedades. "Ya quería ponerme una remera que dijera No, todavía no nacieron", cuenta Miserendino, que hizo guardia unas cuantas noches fuera de la cueva de los tigres, antes del parto.
"Como es lógico, nunca había estado en un parto de tigres blancos, pero la verdad es que todo fue muy similar a un parto con felinos domésticos", cuenta el veterinario luego de darles una mamadera con leche a las cachorras, que todavía no están en "exhibición" permanente y que esperan que los chicos de General Roca les den un nombre.
Por Daniel Flores
Enviado especial
ROCAS EN ROCA
El Museo Patagónico de Ciencias Naturales es uno de esos proyectos que vale la pena conocer no sólo por su muestra en sí, sino por la esencia. Es fácil encontrar su sede en uno de los ingresos a General Roca, más precisamente en el moderno edificio de la ex sucursal del Banco de Río Negro de esta ciudad, aparentemente inspirado en el Centro Pompidou, aunque claramente en otra escala.
El museo ocupa entonces las salas de aquella entidad bancaria especialmente con muestras de piezas paleontológicas, que abundan en esta región frecuentada por la comunidad científica internacional.
Abierto en 2008 y administrado de manera privada y a pulmón por la Fundación Patagónica de Ciencias Naturales, el museo es quizá modesto, comparado con otras instituciones de la misma especialidad, pero está impregnado de un entusiasmo joven que lo hace muy interesante. "Es increíble los fósiles que se encuentran en esta parte del país. Sólo con el material que tenemos en las viejas bóvedas de seguridad de este edificio, tenemos para trabajar los próximos 20 años", asegura Pablo Chafrat, jovencísimo director del museo, que funciona en parte como centro cultural, con un bar, noches de música en vivo y otros eventos.
HUMBERTO CANALE
Un brindis íntimo con la historia
También para los amantes del vino General Roca tiene algo para ofrecer. Visitar la bodega Humberto Canale permite no sólo acercarse a los particulares vinos patagónicos, sino también viajar por un momento al pasado de esta ciudad rionegrina.
Es que este establecimiento, fundado en 1909, fue fundamental en el desarrollo de la vitivinicultura regional, además de una importante fuente de trabajo para la economía local. Y lo mejor es que varias de sus instalaciones se conservan como cuando más de cien familias vivían dentro del predio de la bodega, casi un pequeño pueblo con ritmo propio.
Orgullosa de su abundante madera en barricas, cubas y toneles, la empresa mantiene un pequeño museo con piezas históricas y ofrece visitas a la planta que duran unas dos horas y culminan con degustaciones de cuatro etiquetas, incluido el Intimo, producto insignia entre los vinos patagónicos.
DATOS ÚTILES
Cómo llegar
Bubalcó queda en Contralmirante Guerrico, Allen, a 15 km de General Roca, Río Negro. 02941-430510. Se llega por la ruta nacional 22, hasta el kilómetro 1194, donde hay que desviarse hacia el río Negro siguiendo la señalización.
Horario y precios
Abierto de miércoles a lunes. Martes, cerrado. El horario de ingreso es de 10 a 18. De lunes a viernes, la entrada para mayores cuesta $ 35 y para menores de 15 años, $ 25. Sábados, domingos y feriados, mayores, $ 50; menores, $ 30. Menores, de 5 años, gratis. Hay promociones para grupos familiares, jubilados y pases anuales.
En Internet
Fuente: La Nación, domingo 16 de enero 2011
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