Lactobacillus reuteri es una de las especies bacterianas más estudiadas y valoradas por sus múltiples beneficios para la salud. Sin embargo, la mayoría de las poblaciones modernas, han perdido esta cepa de su microbiota intestinal: se estima que alrededor del 96% de las personas ya no la albergan de forma natural.
En contraste, muchas comunidades indígenas y diversos mamíferos —como perros o ardillas— aún la conservan en su flora intestinal. Este desequilibrio en humanos modernos se atribuye al uso excesivo de antibióticos, así como a la exposición a herbicidas, pesticidas y otros factores que dañan la microbiota.
La evidencia científica se ha concentrado en la cepa específica Lactobacillus reuteri DSM 17938, demostrando que su reposición puede generar efectos notables en el organismo. Esta bacteria coloniza el tracto gastrointestinal y activa el nervio vago, enviando señales al cerebro que estimulan la liberación de oxitocina, conocida como la hormona del amor y la empatía.
Este aumento de oxitocina tiene consecuencias muy tangibles: las personas reportan sentirse más pacientes y comprensivas con su familia, menos irritadas con compañeros de trabajo y más abiertas a interactuar con desconocidos. Se describe una mayor capacidad para entender los puntos de vista ajenos y un deseo más fuerte de conexión humana.
Pero los beneficios de Lactobacillus reuteri no se limitan al plano emocional o social. Entre sus efectos fisiológicos se destacan:
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Restauración de la masa muscular y la fuerza juvenil.
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Incremento de la producción de colágeno dérmico, lo que mejora la tersura de la piel y reduce las arrugas.
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Mejora de la calidad del sueño, facilitando un descanso profundo y prolongado, acompañado de sueños vívidos y coloridos.
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Conservación de la densidad ósea.
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Reducción del apetito.
Quienes han repoblado su intestino con esta cepa específica suelen notar cambios evidentes en su bienestar general y en su apariencia física, confirmando el profundo impacto que puede tener un solo microbio en la salud humana.
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