Cómo detectar a un narcisista

La manifestación del narcisista comienza con dos manipulaciones: 

1 - refuerzo intermitente

 2 - indiferencia.

 

El refuerzo intermitente

 

Sabemos que el narcisista no establece una relación sentimental, sino utilitaria. Una vez que elige a su presa (la pareja que deberá darle todo lo que considera que tiene que darle, sea amor, un techo, un auto, atención, prestigio social, etc.) procede a enamorarla con bombardeo amoroso (envuelve con relatos gentiles y donde se presenta como víctima de otras relaciones o crianza hasta enganchar emocionalmente a su víctima).

Una vez que convence a la otra persona que es la persona ideal para la relación comienza con el refuerzo intermitente, manipulaciones que se harán crónicas a lo largo de toda la relación.

 

El refuerzo intermitente consiste en entregar una recompensa de manera irregular, o sea, no de forma continua ni predecible.

En el laboratorio, si a cada presión de la palanca por parte de una rata se da lugar a una recompensa (comida), esto sería refuerzo continuo. Sin embargo, si se entrega solo algunas veces y de manera impredecible después de que la rata presiona la palanca, esto es refuerzo intermitente.

Son compensaciones que se dan en forma ocasional e imprevisible; por lo que pueden mantener al individuo indefinidamente esperanzado para la próxima recompensa.

En relaciones de pareja, el refuerzo intermitente es un tipo de maltrato psicológico y abuso emocional ejercido con intención dañina, generando confusión y dependencia emocional en la persona maltratada.

El refuerzo intermitente se define como un "tira y afloja", alternando situaciones agradables y desagradables. Hay una variación continua entre calidez y frialdad, entre amor y negligencia, generando un entorno constantemente impredecible para la víctima.

Es un maltrato silente, una expresión de violencia, un maltrato psicológico prolongado, que no tiene por qué ir relaciono con maltrato físico, por ende, podemos encontrar ambos tipos de maltrato. La violencia física suele surgir cuando la víctima se resiste a la violencia psicológica.

Es importante reconocer en una relación saludable, que es natural cierto nivel de inestabilidad, y estas diferencias se comunican asertivamente y se resuelven. Hay un equilibro sano entre dar y recibir, hay respeto propio y mutuo en la relación.

En la dinámica de las relaciones abusivas con refuerzo intermitente, estas inconsistencias son una estrategia de manipulación y abuso emocional intencionales que sirven para controlar y confundir a la víctima.

En los momentos favorables de la relación se experimenta bienestar, unión y reciprocidad; pero de repente y de forma ocasional e impredecible se da distanciamiento, falta de afecto y atención sin motivos aparentes para que esto ocurra; así cómo episodios de violencia verbal y/o ambiental. Esta conducta repetida (lo que se permite, se repite) puede causar dependencia emocional y adicción hacia la persona que a veces se ofrece con buen comportamiento, cariño y atención, negándolo otras veces, sin explicación, de forma fría y distante.

El refuerzo intermitente en las relaciones de maltrato y abusivas es efectivo porque las "recompensas" (que pueden ser sentir que la relación vuelva a ser normal y no un infierno, o un gesto mínimo de afecto, o un obsequio material, o muestras de remordimiento por parte de la persona abusadora) se dan intermitentemente a la víctima durante todo el ciclo de abuso, por lo que vive inmersa en un agonizante y perverso círculo vicioso de esperanza y decepción que es muy difícil de romper.

Esto mantiene a la víctima en estado de anhelo de recibir afecto, cuidados y amor que se dan como migajas, en pequeñas dosis y de forma infrecuente, por lo que se adentra en un bucle frustrante, doloroso, desgarrador y emocionalmente agotador perdonando y olvidando constantemente las situaciones de abuso, aferrada a la ilusión de que las cosas mejoren.

Da a la víctima la sensación de caminar sobre cáscaras de huevo donde vive en permanente estrés esmerándose y reforzando los cuidados para no “generar” el castigo de la interrupción de amor o atención de parte del narcisista, dado que toda vez que esto ocurre, el narcisista se encarga de hacerle creer a la víctima que es su culpa.

 

 

En el refuerzo intermitente, de repente, de la nada, el narcisista desaparece, de repente ya no está. Se fue. Agarró sus cosas, o no se llevó nada. Lo que hace con esto es meter incertidumbre a la víctima, de ¿por qué no está? ¿qué le pasó?… La víctima se pregunta ¿hice algo malo? ¿será que se fue con alguien más? ¿va a volver? ¿no va a volver?, de tal forma que cuando regresa, que puede ser después de dos o tres días (o después de dos o tres meses en algunos casos), la víctima lo recibe con un ¡Ay! Por fin… ¿qué pasó? ¿por qué te fuiste? Y aquí viene la primera manipulación…: “Me fui porque sentí que tú no me querías de la misma forma que yo a ti”. “Me sentí abrumado porque no supe cómo manejar todo este amor”. Y entonces le echa la responsabilidad a la víctima alimentando la sensación en la víctima de sentirse necesitada y de tener que reforzar los cuidados. ¿Y qué hace la víctima? Le afirma: “no mi amor, tú y yo vamos a estar bien, vas a ver… y comienza allí a esmerarse para complacer al narcisista.

 

Esta primera manipulación la puede también llevar a cabo con la indiferencia, una de las peores violencias psicológicas. Entonces el narcisista está presente, pero de mal humor, con energía de rechazo, de desprecio: “no te tolero, no te soporto, sos insoportable” y la víctima se pregunta qué hizo mal… y se quiere acercar para hablar, para entender qué está pasando y solo recibe expresiones de rechazo: “déjame en paz”, y desaparece física o emocionalmente. Y regresa varios días después como si nada hubiera pasado. Y la víctima pregunta qué fue lo que pasó, y si hay respuestas son “mete-culpa”: “La verdad es que estaba enojado porque yo siento que tú prefieres más a tus amigos o a tu familia que a mí”. “Quédate con ellos y si quieres yo me voy”, o “le das más importancia a tus cosas que a mí”, “no me respondiste el mensaje cuando te lo envié, no me quieres como yo a tí”…  Y entonces ¿qué hace la víctima?: “No, mi amor tú eres lo más importante. Te prometo que la próxima vez no voy, tú no te preocupes”. Y ahí comienza todo este juego de manipulación.

La víctima lo que más quiere es crear el sueño anhelado, lo que tanto prometió él pero nunca va a pasar, porque el narcisista no quiere cumplir sueños, solo quiere parasitar, abastecerse de todo cuanto se le antoje.

La víctima se frustra, se trauma, porque se siente insuficiente. Todo lo que haga de ahí en más, nunca será suficiente.

También juega el “gas lighting”: el narcisista inventa historias para meter presión y confundir a la víctima: “Estás coqueteando con alguien más”. Traslada a la víctima situaciones que el narcisista vive haciendo.

Inventa cosas, es experto manipular para que la culpa y la confusión se convierta en una forma de vida para la víctima.

El sufrimiento se hace adictivo porque se generó en la víctima un permanente sentimiento de culpa por la disfunción de la relación; se crea una red neuronal con patrones de conducta disfuncionales, síntomas de abstinencia: dolores de cabeza, insomnio, pensamientos rumiantes, ganas de comer en forma compulsiva, ardor en la piel, ataques de pánico, sudor de frío, dolores corporales, falta de energía…

 

Un niño busca el afecto de parte de papá y mamá, de las personas cercanas. Cuando quiere esa conexión emocional y no la está teniendo, sea porque papá y mamá se la pasan trabajando todo el día, o porque mamá es una mujer con dependencia emocional y porque papá es narcisista, o viceversa, se puede producir una desconexión afectiva, un abandono emocional. Todo lo que el niño deseaba y no tuvo, comienza a odiarlo. Es como cuando quieres algo mucho y no lo tienes y dices que ya no lo quieres. Se genera un corte emocional y ya están imposibilitados para sentir amor y gratitud. De ahí en más, su vida va a distinguirse solamente por aquello que les haga sentir bien.

Apegados al poder, los narcisistas pueden dominar masas. Son enfermos por el apego al poder.

El narcisista no sabe recibir. Eso que le das con todo tu amor, lo agarra y te dice nadie te lo pidió y lo tira. Entonces la víctima vive esa sensación de insuficiencia y un dolor tremendo que termina siendo buenas noticias. Se termina padeciendo un lupus, o un cáncer, o una artritis severa producto del estrés y es ahí cuando la víctima puede tomar consciencia de todo lo que está padeciendo.


Lic. Tamara Le Gorlois

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