Coronación de la imagen de la María del Rosario de San Nicolás y Jesús. Las coronas, con apliques de rodocrosita, fueron realizadas por el orfebre Juan Carlos Pallarols.



Una multitud de fieles se congregó en la tarde del lunes 25 de mayo de 2009 en San Nicolás para presenciar la ceremonia de coronación canónica de la imagen de María del Rosario. Desde la hora cero y hasta las 6 se oró en el templo, y hasta las 13 se celebraron misas a cada hora. La procesión y misa de coronación, presidida por Cardelli, se llevó a cabo cerca de las 15. Fuegos artificiales y cantos a la Virgen de miles de peregrinos acompañaron a la ceremonia.

Pañuelos blancos, pétalos de rosa al viento, banderas, estandartes y letreros con los nombres de distintas localidades argentinas fueron agitados por los devotos cuando la imagen de la Virgen salió a las 15.10 del templo, ubicado a cien metros del "campito", donde fue vista hace 25 años, dando orígen a esta devoción.

Alrededor de 600 mil personas, entre ellas el papa Benedicto XVI y la presidenta Cristina Fernández, participaron en forma simbólica del tallado de las coronas de la Virgen y el Niño Jesús, en una misión encomendada por el obispo Héctor Cardelli (de San Nicolás) al orfebre Juan Carlos Pallarols.
Mediante un contador dispuesto bajo las coronas se registraron más de 6.025.984 golpes de martillo sobre cinceles de acero, para su modelado.

Pallarols realizó un recorrido por el país con esta tarea, culminándola en el Cottolengo Don Orione (localidad bonaerense de Claypole), donde residentes con discapacidad, religiosos, empleados y voluntarios dejaron también su impronta.

La imagen de María del Rosario fue bendecida en Roma en 1884 por el papa León XIII, y el rosario que porta, por Juan Pablo II. A pedido obispo Cardelli, Benedicto XVI hizo lo propio con las cruces que forman parte de las coronas que portan la Virgen y el Niño.

El 25 de septiembre de 1983, Gladys Quiroga de Motta, de 48 años de edad, madre de dos hijos, con sólo cuarto grado y sin conocimientos teológicos ni bíblicos, manifestó al entonces obispo del lugar, monseñor Domingo Castagna, que vio y oyó a la Virgen. La imágen percibida en su visión coincidía con la de Nuestra Señora del Rosario, que desde 1884 se venera en una parroquia de la diócesis nicoleña.

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