Ángeles arcabuceros
Lic. Tamara Le Gorlois
Ángeles arcabuceros en Facebook
Al comenzar el siglo XVIII, la demanda de pintura desde todos los confines del Virreinato crecía aceleradamente. Cientos de lienzos cusqueños, en un gran porcentaje ángeles arcabuceros, viajaban constantemente hacia Lima, el Alto Perú, Chile y el noroeste argentino.
Se instalaron grandes talleres artísticos, mayoritariamente indígenas, que atendían la gran demanda.
Los ángeles arcabuceros se representaban con un arcabuz (arma de fuego conocida en su época como “trueno de mano”), en lugar de la tradicional espada. Este estilo pictórico se popularizó en la segunda mitad del siglo XVII en Perú y Bolivia, en el Cusco y en la zona del Titicaca respectivamente, así como también en el NOA argentino y no se descarta la presencia de artistas contratados para trabajar in situ en otros lugares.
En el antiguo territorio de los indios Pacajes, concretamente en la iglesia de Calamarca (a unos 60 km de La Paz, en Bolivia), se muestra una de las series de ángeles provenientes del Cusco más completas que se conservan. Se trataba de un conjunto de treinta y seis cuadros pintados en la segunda mitad del siglo XVII, según aparece en un inventario de esta iglesia, datado en 1728.
Hoy, en la iglesia de Calamarca apenas vemos diez arcabuceros, que se exponen tras la impresionante restauración realizada en 1993.
Mensajeros de Dios, los ángeles y arcángeles forman parte de la más baja de las tres tríadas de jerarquías celestes. Pese a ello, los arcángeles, en razón de ser los únicos individualizados, son los más importantes para la iconografía cristiana. De siete que eran originalmente, la Iglesia sólo reconoce tres: Gabriel, Miguel y Rafael. Los otros (Uriel, Baraquiel, Jehudiel y Sealtiel), fueron proscriptos en el concilio de Letrán. Pero lejos de pasar al olvido, llegaron de alguna manera a América y fueron representados por artistas locales.
Los arcabuceros habrían tenido su origen en tres fuentes: la difusión en América del libro de Enoch (escritos que forman parte de la Biblia de la Iglesia Ortodoxa Etíope); las representaciones festivas cristianas en las que las imágenes angélicas salían de la iglesias y el manual militar “Ejercicio para las armas”, de Jacob de Gheyn (1607), donde se señala cuáles son las posturas recomendadas para manejar el arcabuz. Con esta base los ángeles fueron retratados formando una verdadera escuadra de ángeles militares, anunciando al son de tambor el comienzo de la batalla contra el mal. La terminología militar en este ámbito ya se empleaba en el Antiguo Testamento, hablando de las “huestes” angélicas de Yahvé. Los artistas medievales vistieron a sus ángeles con trajes imperiales y atuendo militar. La originalidad de estas figuras radica, en la unión de las figuras angelicales con el arcabuz con finalidad evangelizadora. En la confrontación de cosmovisiones hispano-andinas, los primeros símbolos sincretizados fueron el arcabuz y la espada asociados con el dios Trueno o dios Rayo (Illapa), a su vez serpiente, poderoso símbolo de la fertilidad. La serpiente está presente en el corpus mítico andino discretamente o encubierta por haber sido reiteradamente rechazada por organizaciones dogmáticas clericales.
La escuela cusqueña desarrolla este tema pictórico casi siempre entre autores anónimos, de un modo mucho más detallista que la europea, mostrado además una gran riqueza expresiva y en general, excelente realización.
De allí surgieron los excéntricos ángeles con rostro de belleza casi femenina, enormes figuras aladas, armadas con arcabuz y vestidas lujosamente como aristócratas de la época, con amplios sombreros de ala ancha (generalmente de tres plumas) y trajes (amplias chaquetas) similares a la de los soldados de Carlos II en el siglo XVII, de brocado bordado en oro, mangas partidas o acuchilladas, que apenas dejan ver la camisa de lino con encajes en el cuello y puños. Casaca con fajas y cintas de seda ceñida a la cintura y calzón corto hasta las rodillas, medias de seda, ajustadas con moños.
Ramón Mujica Pinilla relaciona en su obra "Ángeles apócrifos de la América Virreinal" (1992), el vínculo entre los ángeles arcabuceros, característicos de la escuela cusqueña, y ciertos guerreros alados del panteón prehispánico. Las figuras forman parte de la temática de los ángeles de una escuadra militar: combatientes portando banderas, tambores, espadas, trompetas y lanzas.
Al pintarse en forma seriada existía un maestro encarnador (pintor de manos y caras) y sus ayudantes concluían la obra, dejando una obra sin firma.
En todas las obras resalta el brocateado en oro (dorado a la hoja) de las indumentarias que contrasta con la tonalidad oscura dominante de los lienzos. Los motivos sobrepuestos en los ropajes no corresponden a los pliegues de los mismos: fueron incorporados posteriormente por los maestros del brocado.
El esmalte entre los pigmentos utilizados para lograr el color azul en la pintura colonial era el más difícil de conseguir, importado de Europa, su precio era casi prohibitivo. Tres eran los azules característicos de la pintura colonial sudamericana: el índigo o añil (de origen orgánico, abundante y de producción local; en América se producía en Guatemala y de allí se distribuía al resto del Continente y a Europa); la azurita (también se obtenía localmente, tanto en Cochabamba como en las minas de Caspana, ubicadas en la zona del Alto Loa, en Atacama; pero a finales del siglo XVII, con el agotamiento de las vetas, ya era muy costosa su extracción en la zona chilena); y por último, el lapislázuli, mucho más caro y escaso. Los dos últimos, azurita y lapislázuli probablemente tenían origen en la cordillera andina.
El esmalte añade un cuarto azul muy complejo de elaborar y conseguir. Provenía de Europa, probablemente de Sajonia, ya que no hay evidencias que apunten a su elaboración en América antes de la segunda mitad del siglo XIX.
Uquía
Uquía se encuentra a 120 km de San Salvador de Jujuy por Ruta 9, y a 2900 msnm.
La iglesia de San Francisco de Paula (1691), enclavada en el corazón de la Quebrada de Humahuaca, en la pintoresca localidad de Uquía, acerba una bella colección de diez ángeles; otros se encuentran en Casabindo (muy cerca de allí), y en diversos museos españoles.
La iglesia presenta características coloniales americanas, y es tan original como sus paredes de adobe, de un metro de ancho y su torre separada del edificio principal. El altar mayor está tallado a mano en madera y dorado a la hoja.
Sus ángeles arcabuceros fueron pintados entre los años 1680 y 1690 aproximadamente y traídos de Cusco en la época colonial. El artista mestizo (anónimo) que los pintó carecía de modelos a imitar y entonces consultó a los españoles. Estos le explicaron que los ángeles eran como ellos, pero con alas.
Los arcabuceros de Uquía fueron pintados con sus nombres al pie: Gabriel, Rafael, Uriel, Eliel, Hosiel, Salamiel, Yeriel y Oziel. Los ángeles y algunos nombres no corresponden a las representaciones tradicionales. Por ejemplo, el San Miguel tiene el nombre de Uriel, lo que no se corresponde con esta figura ya que porta casco, peto, adarga y lanza. Probablemente el artista que lo pintó desconocía los nombres hebreos de los ángeles apócrifos; los artistas populares americanos no conocían con exactitud la iconografía.
Los pintores actuales se rigen por manuales publicados recientemente.
Un tipo especial de estos ángeles, que gozó una especial difusión en el siglo XVII en la zona del Cusco (centro de origen y única ciudad donde se produjo en grandes cantidades que se distribuyeron en la zona andina y en Europa), Virreinato del Perú, es el del "ángel arcabucero", es decir, un ángel vestido con ropas inspiradas en las de los soldados de la época, y armado de un arcabuz. Es posible que la buena acogida que tuvieron estas obras entre los indígenas de la época se deba en parte a la facilidad con que estos pudieron identificar estos seres alados con alguno de sus antiguos dioses y héroes. No obstante, para la elección de las figuras, los autores tuvieron en cuenta los escritos cristianos de la época acerca de la jerarquía de los ángeles, y de hecho a menudo se pintan los arcángeles, tanto los oficiales reconocidos por la Iglesia (Rafael, Miguel, Gabriel), como los que vienen de la tradición (Uriel, Letiel, etc.).
Casabindo
En el inventario realizado en 1702, con motivo de la visita canónica del Dr. Juan de Herrera a los curatos de la Puna, ya se cita “de un lado y del otro de la capilla mayor una marcha de ángeles en diez lienzos de vara y media…”. Es la primera vez que se menciona el inventario, estando situados en la nueva iglesia que se erigió en el lugar de la primitiva, la fundacional, que aguantaría en pie hasta finales del siglo XVIII, en que se derrumbó. Esta iglesia mantenía el antiguo campanario de la edificación anterior.
Por ello la datación de estos cuadros es forzadamente anterior a 1702 y seguramente se encargaron para decorar la nueva construcción. Originalmente, según el inventario de 1702 eran diez, aunque actualmente sólo se conservan ocho lienzos, sin que se pueda precisar cuál fue el destino de los dos faltantes. Se diferencian notablemente en su realización de la otra serie existente en Uquía, siendo esta de mayor expresividad en el uso de los colores y las formas y de gran similitud con una de las series existentes en Calamarca (La Paz, Bolivia), por lo que puede aventurarse algún vinculo con el mismo taller del maestro autor de la serie de Calamarca.
Fueron pintados sobre tela de sarga con hilos de lino de menor grosor, en dos colores, y forman en algunos de los lienzos unas rayas y en otros cuadrados. Su base de preparación es fina, en color gris castaño a base de arcillas, oxido de hierro y carbón vegetal, ligados con una emulsión oleosa, con aceites secantes en su composición. Como detalle curioso, se destaca entre los pigmentos el esmalte, lo que señala la existencia de algún mecenas que pudiera proveer este caro y exótico material.
Por lo que se refiere a las posturas que adoptan en los cuadros, casi todas las series de ángeles, están fuertemente influenciadas por el libro publicado a comienzos del siglo XVII, “El Ejercicio de las Armas”, obra de Jacobo Gheyn y que servía para mostrar las diferentes posturas en el manejo de las armas de fuego. Se contaba con modelos de grabados con diferentes posturas.
En la serie de Casabindo, la obra pictórica tiene pinceladas y colores mucho más audaces que en la serie de Uquía, más detenida en su elaboración. El descubrimiento de algunos pigmentos y el estilo usado hacen atribuir la obra al taller vinculado del maestro Matheo Pisarro. Este Maestro Pisarro fue identificado por Iris y Sergio Barbieri, en 1986, al restaurar el cuadro “San Ignacio de Loyola” situado en la iglesia San Francisco de Paula de Uquía, único ejemplar firmado por él, y que al ser estudiado durante su proceso restaurador permitió distinguir e identificar técnicas, pigmentos y otros rasgos que han permitido atribuir algunas otras obras a este pintor, quien mantuvo alguna relación con el maestro Pérez Holguín.
Todos los cuadros, que presentaban serios deterioros producto del tiempo, fueron restaurados por la Fundación Tarea de Buenos Aires, gracias a lo cual es posible apreciarlos hoy con la misma intensidad de colorido con que fueron pintados en su momento.
El conjunto incluye abanderado, tambor y seis mosqueteros.
Los investigadores Iris Gori y Sergio Barbieri, autores del Inventario Patrimonial de Bienes Muebles de Jujuy, en los ocho ángeles arcabuceros de Casabindo se reconocen pautas que los vinculan con la serie de Calamarca, Bolivia. En tanto los nueve de Uquía –que se diferencian de los anteriores por la orla de rosas alrededor de las imágenes angélicas–, denotan rasgos altoperuanos, probablemente de la escuela cuzqueña.
Respecto a los modelos usados para trazar cada una de las figuras, Zito Fontán y Outes Coll reconocen la influencia de la escuela flamenca y la de numerosas pinturas que llegaron a América a partir de fines del siglo XVI, destacándose entre otros, los artistas Martín de Vos y los hermanos Wierix.
Dónde ubicarlos:
1. En Perú: en Cusco, Lima, Arequipa…
2. Iglesia de Calamarca, Bolivia, 60 km de La Paz.
3. Iglesia de Challapampa, Puno, Perú.
4. Iglesia de la Asunción, Casabindo, Jujuy.
5. Iglesia San Francisco de Paula, Uquía, Jujuy.
6. Museo Pajcha (20 de Febrero 831, ciudad de Salta) se exhibe la muestra fotográfica “Ángeles Andinos: de Jujuy al Cuzco”.
7. Museo Isaac Fernández Blanco, CABA.
Fuentes:
• “Un Tesoro en Vasija de Barro, Ángeles Arcabuceros Casabindo y Uquía”. Prelatura de Humahuaca, Departamento de Bienes y Arte Sacro.
• Casabindo”, en Patrimonio Artístico Nacional - Inventario de Bienes Muebles - Provincia de Jujuy, Academia de Bellas Artes, Buenos Aires 1991.
• Jáuregui, Andrea y Siracusano, Gabriel, editores de los textos, en “Tarea de Diez Años”, Fundación Antorchas Ediciones, Buenos Aires 2000.
• Schenone, H. en “Historia General del Arte en la Argentina”, Tomo II, Academia Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires 1983.
• Zito Fontán, Liliana Madrid de – Outes Coll, Diego M., en “El camino de los ángeles andinos. Argentina - Bolivia - Perú”, GOFICA editora, Salta 2001
EXCELENTE!!!!
ResponderBorrarBuenisimo! Me ayudo bastante con una guia de catequesis. Gracias. Saludoos!!
ResponderBorrarTengo una pictura de un Angel Arcabucero pero no se su origen exactamente solo lo que he leido en su magnifico articulo sobre ellos. Esta pintura me la dieron de regalo hacer muchos años y la guarde sin ponerla en cuadro. Quien es experto en este género aquí en Miami? Quisiera saber si apárte de su belleza cual seria su valor ahora?
ResponderBorrarGracias por su ayuda,
Mily Soberon
msobern11@gmail.com