Quejas sobre el Bus Turístico. Nota Clarín, domingo 18 de mayo
Alejandro Stilman astilman@clarin.com
Hace dos semanas acompañé a la francesa que me endosó un amigo para ayudarla a "descubrir" Buenos Aires. Todo empezó con el Bus Turístico. Tuvimos la desgracia de encajar en uno de los primeros recorridos, cuando el sincro del relato grabado del tour no coincidía para nada con los lugares por los que pasábamos.
La francesa se reía como si la hubieran metido de extra en un chiste. Yo me quejaba con vergüenza. Después supe que el servicio había corregido esa asincronía, pero las carcajadas de la invitada todavía me duelen. Mas tarde, por Congreso -uno de nuestros "dormitorios abiertos" en donde los umbrales hacen de colchones-, ella se deleitó sacándoles fotos a los durmientes. La maravillaba el contraste. Eso dijo: "El contraste". Se refería a la magnífica arquitectura de la Avenida de Mayo, la fuente y el monumento de la plaza, en contraposición con los que yo no sabía si estaban muertos o realmente dormían. No entendí su admiración. Ella, que viajó mucho, me explicó: lo bueno era que aquí está todo mezclado, el lujo, la miseria, los baches, las avenidas impecables, los parques y las villas miseria. "Uno puede elegir qué mirar". "El libre mercado de la mirada", dije yo para seguirle el tren. "Claro", dijo ella. Me di cuenta de que recurría a la ironía como una forma de piedad. Entonces pasó un taxista con el brazo afuera de la ventanilla y con una puntería admirable estrelló un envase de yogurt sobre un afiche que invita a arrojar los residuos en los tachos de basura. Nos reímos a dúo. Yo, afligido, derrotado. Ella, divertida. Cuando nos despedimos le pedí disculpas por las barbaridades que había presenciado. Ella, sin embargo, se declaró fascinada. Claro, es posible fascinarse cuando se está de paso. Parece que eso le sucede a los que nos visitan: "se enamoran" de estas calles y todo lo que mezclado, indiscriminadamente se entrevera en ellas. Habían prometido que estaría bueno Buenos Aires. Es lo que promete la balada de los candidatos. En fin. Puede ser, quizá, algún día. Pero por el momento, la deuda sigue impaga. Qué pena, che.
O sea, este muchacho se avergüenza ante el extranjero y no ante su compatriota que tiene que dormir en la calle y llama "piedad" a la curiosidad morbosa ? Las cosas no están mezcladas, estan todas en su sitio y forman parte de algo que se llama "realidad". Duele comprender que la pobreza no es una externalidad, es parte del sistema. Aca, en Francia y en Singapur.
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