Lic. Tamara Le Gorlois
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En el Canto XVIII del Paraíso (Divina Comedia), Beatrice le dice a Dante…:
“Así pues este círculo que arrastra todo el otro universo, corresponde con aquel que más ama y que más sabe: y si aplicaras pues a la virtud tus medidas, y no a las apariencias de los seres que en círculo se muestran, la proporción perfecta admirarías de más con más, y de menor con menos, cada cielo, con cada inteligencia.
Como se queda espléndido y sereno el aéreo hemisferio cuando sopla Bóreas con su mejilla más suave, y se disuelven y limpian las brumas que le turbaban, y sonríe el cielo con las bellezas todas de su corte; así hice yo [Dante], después que mi señora tan claro respondió, y como en el cielo brilla una estrella supe la verdad.
Y cuando terminaron sus palabras, no de otro modo el hierro centellea candente, cual los círculos hicieron.
Su incendio cada chispa propagaba; y tantas eran, que el número de ellas más que el doblar del ajedrez subía.”
Tanto el juego como en el arcidriche o tablero atesora un gran simbolismo. Es un juego originario de la India y simboliza la mavorcia estrategia.
Los propios versos dantescos aluden a chispas emanadas del incendio (comparándolas con el juego), lo cual también da idea de fragor de batalla, o el resultado de ella. La baza de la batalla es, por sobre todo, la lucha por la supremacía sobre el mundo, y como el arcidriche hace referencia a un mandala (símbolo de la existencia), bien podemos estar refiriéndonos a una batalla interior del ser.
Es un juego que pone en evidencia la inteligencia y el rigor, inteligencia a la cual Beatrice alude poco antes, en este mismo capítulo del Paraíso, en función de la cual se conquistan los cielos: “Así pues este círculo que arrastra todo el otro universo, corresponde con aquel que más ama y que más sabe: y si aplicaras pues a la virtud tus medidas, y no a las apariencias de los seres que en círculo se muestran, la proporción perfecta admirarías de más con más, y de menor con menos, cada cielo, con cada inteligencia.”
El combate entre los opuestos, piezas blancas, y piezas negras, la sombra y la luz, los titanes contra los dioses... El arcidriche es el mundo manifestado, tejido como urdimbre de contrarios: yin y yang. Es, según Titus Burckhardt, el campo de acción de las fuerzas cósmicas, manifiesto a su vez en forma telúrica (cuadrado), limitando sus cuatro puntos cardinales.
El arcidriche es un mandala cuaternario simple, donde sus 64 escaques o casillas (64 es la cifra de la realización de la unidad cósmica), conforman un esquema sobre el cual se construyen los templos dhármicos (recordemos que el edificio Barolo está inspirado también en los templos hindúes), fijando los ritmos universales cósmicos. El mandala de 64 casillas (del cual se dice ser el cuerpo de un asura vencido) es también llamado rana, dado que la Gran Rana (maha-mandūka) es en la India soporte del universo y símbolo de la materia oscura.
“Dunque costui che tutto quanto rape l’altro universo seco, corrisponde al cerchio che più ama e che più sape:
per che, se tu a la virtù circonde la tua misura, non a la parvenza de le sustanze che t’appaion tonde,
tu vederai mirabil consequenza di maggio a più e di minore a meno, in ciascun cielo, a sua intelligenza.
Come rimane splendido e sereno l’emisperio de l’aere, quando soffia Borea da quella guancia ond’è più leno,
per che si purga e risolve la roffia che pria turbava, sì che ’l ciel ne ride con le bellezze d’ogne sua paroffia;
così fec’io, poi che mi provide la donna mia del suo risponder chiaro, e come stella in cielo il ver si vide.
E poi che le parole sue restaro, non altrimenti ferro disfavilla che bolle, come i cerchi sfavillaro.
L’incendio suo seguiva ogne scintilla; ed eran tante, che ’l numero loro più che ’l doppiar de li scacchi s’inmilla.”
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