Las muletillas


Lic. Tamara Le Gorlois 

Maestra de Ceremonias 


El poeta nace, el orador se hace. (Quintiliano) 


En buena lógica, ¿no debería la mente del orador conocer la sustancia del tema sobre el que se dispone a hablar? (Platón) 


La disertación, clase o visita guiada sólo despierta interés si se realiza a modo de “improvisación bien preparada” (“conferencia”). A la gente le interesa ver nacer algo de su locutor (espontaneidad). Rechaza, con aburrimiento asegurado, escuchar discursos o presentaciones leídas, ya que la lectura es algo que podría hacer cómodamente en su casa. Pero a la vez, esa espontaneidad del orador puede arrastrar vicios o malas costumbres, como las muletillas. 

Una muletilla es una palabra, voz o frase que se repite en exceso al hablar. El orador la pronuncia en forma inconsciente, especialmente al exponer en público o en forma mediática.

El uso de muletillas sabotea la amena transmisión y la percepción del discurso. Cualquier palabra, expresión o gesto repetido muchas veces, se convierte en muletilla, y el oyente, en vez de atender a lo que se está diciendo, se distrae contabilizando las impertinentes y reiteradas expresiones.

“Muletilla” viene de muleta; un apoyo que sirve para cargar el cuerpo cuando se tiene dificultad para caminar. Se refiere a algo que ayuda a mantener o sostener a otra.
Es importante erradicar esta dependencia que es tóxica en la locución. Para ello es bueno conocer al menos las más frecuentes:

— ¿Sí?

— ¿No?... ¿Viste? ... ¿Verdad?

— ¿Está claro? ¿Se entiende? ¿Me explico?

— Entonces...

— Bueno.

— A ver… veamos… digamos…

— ...o sea…

— ...pues…

— La idea es…

— por supuesto que sí.

— ...Como ustedes saben...

— ...este.

— Esteeee…

— Estoooo…

— Eeeee…

— Ammm… 


No está mal preguntar al público si está claro o si se entiende lo que se está explicando. Lo malo es preguntarlo todo el tiempo.Como nadie se da cuenta de su propia muletilla, lo más práctico para eliminarla es preguntarle a un amigo o asistente cuál es la que oye, o grabar la alocución, y tras escucharla detenidamente e identificar la muletilla, trabajar sobre ello.

Lo importante es tomar conciencia de qué palabra se está repitiendo innecesariamente y proponerse no decirla nunca más. Cuando uno mismo se da cuenta de que se le ha escapado, ya estás en camino de resolver su problema.La mejor manera de erradicar estos vicios, es corrigiendo la raíz.

Sabemos que la muletilla es una especie de “tic nervioso del lenguaje”, producto de los nervios, la timidez y la inseguridad, que en realidad surgen cuando el discurso no está suficientemente bien preparado.

En definitiva, ¿qué es lo primordial para corregir el problema?

"Libri faciunt labra": este adagio de la antigua Roma –"Los libros hacen los labios"– recuerda que el buen orador se forja a fuerza de lectura y estudio. 


1. Conocer bien el tema a exponer. Sentirse cómodo dominando la información. Contar con una investigación previa que despeje potenciales dudas propias y del público. El conferenciante debe saber, por supuesto, de qué va a hablar, pero no exactamente qué es lo que va a decir, ya que el público será quien se lo sugiera, en diálogo con él (aunque sea uno solo quien hable). 

2. Riqueza de vocabulario. Es básicamente la fluidez de vocabulario la que reemplazará el uso de las muletillas al no quedar “espacios” vacíos. Los conceptos se habrán desarrollado con pocas palabras, pero claras y precisas. La mejor manera de enriquecer el vocabulario, es tomándose el hábito de la lectura. Ayuda mucho anotar en el margen de la hoja o en un cuaderno o pizarra las palabras nuevas y su significado o sinónimo. Leyendo estos apuntes varias veces al día, la palabra se incorpora cómodamente en nuestro léxico diario. 

3. Practicar previamente el discurso. Ordenar las ideas en la cabeza antes de presentarse ante el público. 

4. También ayuda estudiar el tema leyéndolo en voz alta, cuidando la dicción, la buena articulación, cultivando las pausas y los énfasis cuando correspondan. El hábito de leer en voz alta ejercita nuestra oratoria. 

5. Las pausas son un elemento interesante y positivo. Siempre es preferible hacer una pausa en lugar de “rellenar” ese momento con una muletilla. Al mismo tiempo, la pausa está creando un interés, un suspenso y una expectación por parte del auditor. 

6. Y definitivamente, la mejor manera de no cometer muletillas, “furcios”, exabruptos, y demás papelones, es erradicando o soslayando el vocabulario “tóxico” de nuestra mente. Ya lo decía Mahatma Gandhi: “Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras. Cuida tus palabras porque se volverán actos. Cuida tus actos porque se harán costumbres, que formarán tu carácter. Cuida tu carácter porque formará tu destino y tu destino será tu vida.”

Manerismos
Los movimientos, gestos y ademanes repetitivos, son considerados “manerismos” (palabra no reconocida por la Real Academia Española).Al igual que las muletillas, los manerismos atraen la atención hacia la parte del cuerpo que los manifiesta, ya sean las manos, las cejas u otra parte, convirtiéndose en un fuerte factor de distracción que compite con la concentración que el oyente debe dedicar exclusivamente al tema. Es como hablar en público con un loro en el hombro. Sin dudas, el oyente estará más pendiente del loro que del discurso.

El buen orador procura concentrar toda la atención de sus oyentes en el tema, evitando por todos los medios distraer la atención, ya sea con una vestimenta o arreglo personal exagerado, o con accesorios y adornos innecesarios, evitando al mismo tiempo los manierismos y las muletillas.

De la misma forma no se debe exagerar la decoración de la escenografía, la plataforma o proscenio de los oradores. No debe parecer un paisaje de ensueño o de circo, sino todo lo contrario, debe favorecer la concentración en el tema, en un marco de modestia y sencillez.


"Durante todo el proceso de la práctica personal tenemos siempre que tener presente la importancia crucial de tres cosas: visión penetrante, habilidad (la habilidad que uno obtiene a través de la dedicación a la práctica), y la manera de practicar. En cualquier técnica de practicar que adoptemos, estas tres cosas son lo que tenemos que comprender primero, o lo que realmente tenemos que trabajar en verdad. Si no tenemos una visión clara, probablemente estaremos practicando ciegamente. Si no mantenemos y desarrollamos habilidad, nunca alcanzaremos nuestra meta, aunque nuestra visión sea luminosa. Si tenemos visión y habilidad desarrolladas incorrectamente, nunca lograremos el éxito. Por consiguiente estos tres puntos son a los que nosotros, como practicantes, debemos prestar más atención. Deben ser tenidos siempre presentes." 
Jing Hui (China, 1933 - 2013, Monasterio Bailin, China)

Diálogos del orador, de Marco Tulio Cicerón
http://www.upasika.com/docs/helenistica/Ciceron%20-%20Dialogos%20del%20orador.pdf

2 comentarios:

  1. Que buenos consejos para aprender a dirigirse a un publico sin caeren vicios,errores y fracasos comunes en nuestra sociedad!!!Gracias Tamy...excelente lecciòn,con cariño respeto y admiraciòn

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  2. Excelente síntesis. Muy claro.

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