Aerofobia: 1 de cada 3 personas presenta miedo a viajar en avión

Existen cursos especializados para superar el pánico.

La gran cantidad de consultas por este temor se refleja en la existencia de dos instituciones que se dedican exclusivamente al estudio y tratamiento de la aerofobia.

El psiquiatra Claudio Plá, titular de Poder Volar, explicó: "Se puede mejorar ampliamente la calidad de vuelo, la herramienta fundamental es dar información porque la gente teme lo que no conoce."

Las modalidades de abordaje van desde técnicas de respiración hasta la recomendación de medicación en los casos más severos. Funcionan jornadas intensivas grupales orientadas a personas que vuelan a pesar de las dificultades y se trabaja de manera individual cuando la situación lo requiere.

Otra herramienta es la utilización del simulador de vuelo de realidad virtual. "Se trata de un casco con dos monitores de televisión y un programa de computación que remeda un vuelo, hace las fases de despegue, crucero y aterrizaje. La silla vibra de manera similar a la del avión y los ruidos se reproducen desde auriculares", describió Plá.

En este sentido, destacó las ventajas de recrear las condiciones de un vuelo en tierra firme: "Esto permite hacer un entrenamiento y pensar sobre las sensaciones que se van teniendo pero en un lugar seguro."

Una de las premisas de Alas y Raíces es profundizar los conocimientos referidos al avión, más allá de la ayuda psicológica. Roberto Rubio, ex comandante de Aerolíneas Argentinas que trabaja para esa institución señaló: "Hay muchas fantasías porque no hay un conocimiento exacto, por eso el saber es el antídoto para el temor." La explicación sobre cómo vuela un avión, por qué logra mantenerse en la altura y las garantías que presentan las fábricas, son algunas de las informaciones básicas que transmiten.

En esta línea, Rubio destacó la importancia de brindar datos estadísticos durante los cursos: según la compañía Boeing, desde 1959 murieron en accidentes de avión 25.324 personas en todo el mundo. Estos números son más significativos aún si se toma en cuenta que, por ejemplo, sólo en la Argentina, durante 2003 hubo 9556 casos fatales en accidentes de tránsito.

El origen del temor al avión

Plá explicó que el temor a volar tiene múltiples manifestaciones: "Puede aparecer miedo al piloto, a los ruidos, al fuego. Otros ponen el miedo en el cuerpo, y piensan que les va a agarrar un ataque cardíaco." Los síntomas que acompañan la aerofobia también son diversos: pensamientos catastróficos, palpitaciones, transpiración, temblores y rigidez muscular, entre otros.

Respecto a las causas de este padecimiento, consideró que "se puede mejorar la sintomatología sin llegar a la raíz de cuál fue el origen exacto del temor".

El especialista señaló que en algunos casos el pánico está basado en miedos infantiles que se reeditan por algún motivo, hay otras personas que experimentaron vivencias traumáticas concretas en la niñez que se reactivan a partir del contacto con el avión a través de un falso enlace. Otra es la situación de aquellos que efectivamente afrontaron una situación riesgosa por haber atravesado un vuelo difícil y que por ese motivo se vuelven resistentes a volar.

Por su parte, Rubio sostuvo que "muchas veces la gente termina sabiendo que el avión no tiene nada que ver con sus miedos, que las causas tienen otras vertientes, no son las turbulencias del avión sino las turbulencias de la vida".

"Logré viajar con placer"

La gama de conductas frente a la experiencia de volar suele evidenciarse durante los minutos anteriores al despegue. Incluye desde aquellos que siguen leyendo el diario como si nada estuviera ocurriendo, pasando por los que se aferran a los apoyabrazos como si estuvieran adheridos, llegando hasta los que se persignan no menos de cinco veces durante el carreteo.

Más allá de las particularidades de cada caso, los especialistas coinciden en que la mayoría de las personas que emprende un tratamiento puede superar el temor.

Mónica Lioy había viajado muchas veces en avión y le resultaba una experiencia muy placentera. "En mi niñez veía los aviones como algo maravilloso y a los 12 años quería ser azafata", recordó. Sin embargo, tras dos experiencias con muchas turbulencias nació un pánico inexplicable. "Hubo un viaje muy largo, era un excelente vuelo pero yo lloré de manera incontrolable durante las primeras cinco horas agarrándome de mi marido diciéndole que me quería bajar". Y completó: "Perdía el control en las turbulencias, pensaba que me iba a morir y que quería criar a mis hijos."

Aunque haya superado su problema, nunca olvida la frase del doctor Plá que tanto la ayudó: "La turbulencia es sólo incomodidad, no reviste peligro."

"Antes contaba los días por temor a que llegue el día del vuelo y ahora que estoy próxima a hacer un viaje no veo la hora de que llegue ese momento", sintetizó.

El caso de Dolores Rodríguez, que proviene de una familia que jamás se animó a las alturas, es totalmente diferente. Nunca se había subido a un avión y tampoco estaba en sus planes hacerlo: "Ya lo había descartado de mi vida, sólo pensaba ver otros países en películas o televisión."

"Tenía muy arraigados los miedos de mis padres, tenía fantasías de que se queme el motor, que se rompa una ala, temía a las tormentas, un choque, eran miles de cosas que me paralizaban", describió.

Pero cuando hace dos años su hijo se fue a vivir a España, advirtió que el avión era el único medio de transporte que los podía volver a reunir. "Fue muy doloroso, sentía que lo perdía", expresó.

A los 57 años, luego de realizar un curso especializado, voló por primera vez y lo experimentó con placer. "El avión tuvo turbulencias, pero yo sabía a qué se debía cada ruido, entendía lo que estaba pasando", dijo orgullosa.

"Durante el mes que estuve en España no pensaba en el viaje de vuelta y me fui contenta porque sabía que era libre y podía volver cuando quisiera", agregó.

El esfuerzo de Dolores valió la pena. Ya no se resigna a conocer el mundo a través de películas y espera ansiosa subirse nuevamente a un avión para volver a ver a su hijo.

Florencia Fernández Blanco
Especial para LA NACION LINE
ffblanco@lanacion.com.ar

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