Lic. Tamara Le Gorlois
La República de Piratini o Riograndense tomó su nombre de la localidad de Piratini (hoy municipio brasileño del Estado de Rio Grande do Sul), donde fijaron su gobierno los farrapos. Compartía fronteras con Argentina, Uruguay, y Paraguay y abrigaba el 6.2% de la población total del país (en su mayoría colonos portugueses de las Islas Azores y luego emigrados alemanes). Se extendía 282 mil km2, lo que equivalía al 3,2% del territorio brasileño de aquel entonces. Durante los nueve años de existencia de este estado como independiente, Piratini fue una de las cinco capitales que tuvo; las otras cuatro fueron: Caçapava do Sul y Alegrete (capitales oficiales), Bagé (solamente por dos semanas) y São Borja.
Río Grande do Sul, por el tratado de Tordesillas se ubicaba bajo dominio hispano, quienes nunca se preocuparon por ocuparla mientras que los portugueses, en su infatigable avance hacia el oeste y el sur, la hicieron suya. Aún así, la extensión del país, sumado a la precariedad de las comunicaciones, fueron factores que jugaron en contra a la hora de centralizar el poder.
La clase dominante riograndense había brindado una importante ayuda numérica y militar a las tropas brasileras durante el enfrentamiento con las Provincias Unidas del Río de la Plata, y el fracaso militar posterior, con la intervención de Gran Bretaña (que buscaba expandir su mercado en medio de la Revolución Industrial) y la proclamación de la independencia de la Banda Oriental en 1828, trajo aparejado un gran resentimiento y descontento hacia la política ejercida por Pedro I. La falta de reconocimiento y resarcimiento hacia Río Grande do Sul fue un antecedente que se sumó a otros descontentos frente a la relación con el gobierno imperial. Pese a la pérdida de la provincia Cisplatina (territorios que corresponden a la actual República Oriental del Uruguay y parte del actual estado brasileño de Río Grande del Sur), continuó la relación comercial con la misma a través de un regular contrabando. La cercanía con que la vinculaba a la región rioplatense era también ideológica. De hecho, los principales liberales radicales provenían de esta región del Brasil. Hubo una importante influencia republicana y federal, aunque probablemente de forma indirecta, en los albores de la Revolución de Mayo de 1810. Mariano Moreno ya había manifestado la importancia estratégica de buscar aliados en la región, alentar el descontento y la agitación popular ante el poder real, a fin de debilitar a la amenaza que podría acarrear Portugal.
El iniciado masón Bento Gonçalves da Silva (1781 – 1846), precursor del movimiento separatista, participó en la temprana invasión portuguesa de la región. Se instaló en Cerro Largo haciéndose propietario, se casó con una uruguaya y hasta ejerció el puesto de alcalde. Se adhirió al movimiento artiguista, hasta que lo abandonó para iniciar su trayectoria militar como jefe militar ríograndense y jefe de la revolución. Pretendía la abolición de la esclavitud y la independencia de Rio Grande do Sul, bajo un gobierno republicano.
La Revolución Farroupilha fue la más larga rebelión del período de Regencia (1831 – 1840) de Pedro II. Durante casi diez años (1835 –1845), los rebeldes de Río Grande do Sul buscaron legitimar su movimiento contra el Imperio del Brasil.
En este período, los liberales fueron llamados peyorativamente, los revoltosos “gaúchos” farrapos (harapos) o farroupilhas (harapientos) por los conservadores (chimangos), debido a que el levantamiento autonomista se recluta en la clase baja. Con el tiempo, este término adquirió una significación elogiosa, siendo adoptada con orgullo por los revolucionarios, tal como ocurrió con los "Sans culottes" durante la Revolución Francesa.
Los altos gravámenes impuestos y otros descontentos por trato injusto e inaceptable incitaron a que la clase dominante riograndense decidiera la secesión del poder central. Las características de la región, de su población y costumbres, eran similares a los de la Banda Oriental y el Litoral de la Confederación argentina, e incluso se sintieron influenciados por las mismas ideas federalistas.
El 20 de septiembre de 1835, tras años de diferencias económicas y sociales entre el Imperio de Brasil y la Provincia de Rio Grande do Sul (convertida en la menos favorecida de la unidad nacional), se inició el movimiento insurgente que separó del Imperio la entonces Provincia brasileña de Rio Grande do Sul, convirtiéndose en República Independiente.
Los esclavos negros vieron en esta guerra la oportunidad de liberación. Los principales estancieros asumieron el liderazgo, gracias a su experiencia militar adquirida en 1820 en las Guerras Cisplatinas (entre las Provincias Unidas del Río de la Plata, que recientemente se habían emancipado de España, y el Imperio del Brasil).
Bento Gonçalves da Silva y Gomes Jardim, fueron los dos presidentes que tuvo esta república. La bandera fusionaba los colores de España y Brasil (verde, amarillo y rojo).
En 1839 la República Riograndense formó una confederación conjunta con la República Juliana, la cual fuera proclamada ese mismo año, en Santa Catarina, y cuya capital era la ciudad de Laguna.
Rosas no reconoció la independencia de Río Grande. Había decidido no apoyar a los farrapos, porque si bien le interesaba la disgregación imperial, también le convenía, en su condición de charqueador, la destrucción de la industria de charque de Río Grande do Sul. Eran economías competitivas; ambas se disputaban las reservas de ganado de Uruguay y los mismos mercados consumidores (esclavos) en Brasil, Cuba y el sur del actual Estados Unidos.
Mientras tanto, en Europa, el tribunal militar del rey Carlos Alberto de Savoia, había condenado (en junio de 1834) a Giuseppe Garibaldi a muerte. Anatematizado por procurar liberar y unir Italia, huyó primero a Niza y luego se embarcó en Marsella, hacia Sudamérica, como segundo capitán del bergantín Nautonnier. Partió con el nombre ficticio de Borrel, homenajeando al mártir revolucionario Joseph Borrel, y se afincó en Río Grande do Sul.
En 1837, por su condición de masón, fue ayudado por los masones entrerrianos con quienes fundó una Logia en Gualeguay.
Los liberales brasileños estaban íntimamente ligados a las logias masónicas, por lo que en 1839 se unió Garibaldi al ejército farrapo, donde fue jefe de una pequeña escuadra riograndense, peleando por la libertad y las ideas republicanas, apoyando a Bento Gonçalves da Silva. Allí se encontraban enrolados varios exiliados italianos, como Livio Zambeccari y Rossetti, entre otros.
Garibaldi, como militar y estratega, se convirtió en héroe, primero a favor de la República riograndense; y luego, de la uruguaya, combatiendo al frente de sus huestes, en tierras y aguas rioplatenses, cosechando valiosas experiencias que influyeron decididamente en su futuro como prócer de la unidad italiana.
En la Guerra de los Farrapos buscó la salida de la República al mar, lográndolo junto al general Davi Canabarro, al tomar la estratégica ciudad portuaria de Laguna de los Patos, en el estado de Santa Catarina, lo que facilitó la creación de la República Caterinense o República Juliana.
Se afilió en la logia masónica riograndense Abrigo de la Virtud (y posteriormente afiliado a la Logia Amis de la Patrie de Montevideo, donde fue nombrado Venerable Maestro). Garibaldi adoptó para su regimiento (mayoritariamente compuesto por inmigrantes italianos) camisas y pañuelos colorados.
En tierras sudamericanas, Giuseppe Garibaldi fue navegante, corsario, traficante de armas, refugiado en el Uruguay, náufrago, prisionero en Entre Ríos, sometido a suplicio, guerrillero en Río Grande do Sul.
En 1839, en Laguna de los Patos, conoció en auténtico amor a primera vista, a Ana Maria de Jesus Ribeiro da Silva (llamada después Anita Garibaldi), con quien se casó en 1842. Con ella tuvo cuatro hijos, Menotti, Rosita, fallecida con dos años, Tersita y Ricciotti.
En 1836 ingresó en la logia "Asilo della virtud" donde se estaba trazando un plan de continuación de la lucha por la liberación de Italia.
En 1841 se estableció en Montevideo, donde fue de profesor de Matemáticas y agente de comercio.
Montevideo estaba sitiada por fuerzas rosistas que apoyaban a los blancos del presidente depuesto Manuel Oribe, en contra de los colorados del gobierno de facto del General Fructuoso Rivera (instalado en Montevideo), que contaba con el apoyo de Brasil y de las flotas inglesas y francesas.
En el Río de la Plata, la flota rosista al mando del almirante Guillermo Brown, intentaba bloquear el puerto de Montevideo.
En 1842 el gobierno de Montevideo designó a Garibaldi al mando de la flota. Se libró así, el 16 de agosto de 1842, un combate naval en el Río Paraná cerca de la localidad de Costa Brava. Las naves comandadas por Garibaldi fueron derrotadas por las fuerzas de Brown, superiores en barcos y hombres. Garibaldi incendió sus naves, evitando que cayeran en manos de los rosistas; y ordenó el desembarco, poniendo a salvo la tripulación y armas.
Durante la campaña, Garibaldi también recorrió varios lugares de la provincia de Corrientes.
Tras pelear en Brasil y Uruguay, Garibaldi regresó a Europa para dedicarse durante treinta años a la unificación italiana.
Mientras tanto, en Brasil una nueva política imperial atrajo a los estancieros, cansados de que el enfrentamiento armado provocara pérdidas durante los últimos diez años. Se sintieron conformes con las medidas aplicadas por el poder central con la protección del charque y sus productos afines, pudiendo competir exitosamente contra Argentina.
En efecto, la contienda llegó a su fin en 1845, con la declaración de amnistía a los revoltosos farrapos y otorgando concesiones tales como el arancel del 25 por 100 sobre el charque extranjero. Los riograndenses juraron lealtad a Pedro II. Con el fin de la república culminaron los proyectos de constituir una Confederación, sea con la Confederación rosista, o con la Banda Oriental, Entre Ríos y Corrientes, o bien con las provincias brasileñas sublevadas.
El 1 de marzo de 1845, la República Riograndense fue disuelta por el Tratado de Poncho Verde, manteniendo vigentes algunas leyes derivadas de la constitución riograndense. El tratado de paz entre la República de Piratini y el Imperio, firmado en ese año, atendió una serie de reivindicaciones, principalmente en relación con la obtención de un tratamiento más justo por parte del Gobierno central en el pago de impuestos sobre la sal y la posesión de tierras.
Disuelta la República Riograndense, y por su anexión a Brasil, se conformó lo que hoy se conoce como el Estado de Río Grande do Sul. En vista del gran vínculo histórico, cultural y social que mantuvo con la antigua Provincia Cisplatina (República Oriental del Uruguay), muchos riograndenses expresan un sentimiento a menudo más identificado con el estilo de vida uruguayo que con el brasileño.
La incorporación de las tropas farroupilhas de los estancieros a las tropas imperiales, respondiendo bajo las ordenes de sus jefes, intervendrán en Montevideo y definitivamente terminarán con la amenaza rosista.
Gracias a la labor diplomática brasilera, pudieron establecer una alianza con uno de los principales jefes militares de la Confederación, Justo J. Urquiza, quien con la participación de Corrientes y tropas levantadas de la Banda Oriental (los farroupilhas) vencerán a Rosas en la batalla de Monte Caseros en 1852.
La historia de la Revolución Farroupilha fue narrada en La casa de las siete mujeres (en portugués A Casa das Sete Mulheres), novela histórica de la escritora brasileña Leticia Wierchowski. La novela narra la vida de siete mujeres de la familia de Bento Gonçalves da Silva. Ellas habitan en la casa de la hacienda familiar, protegidas de los posibles ataques de las tropas imperiales. En medio de la historia, Giuseppe Garibaldi se enamora de la sobrina de Bento que concluye en una serie de amores cruzados.
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Notas sobre Patrimonio Masónico
Lic. Tamara Le Gorlois
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