Florecen en septiembre
Jacarandás
Florecen en noviembre
JACARANDÁ
(Jacaranda Mimosifolia o Jacaranda ovalifolia). Familia: Bignoniaceae.
El término jacarandá proviene de su nombre nativo guaraní; y mimosifolia, del latín, significa de hojas parecidas a las de una mimosa. Otros nombres: tarco o palisandro. Apropiado sólo para zonas cálidas, es típico del N.E. argentino, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay. También son famosos los ejemplares de Nueva Zelanda y Sudáfrica.
Es de fuste casi recto y de copa esférica, pudiendo alcanzar los 25 m de altura. Crece a moderada velocidad formando una copa abierta y ramificada.
Es de fuste casi recto y de copa esférica, pudiendo alcanzar los 25 m de altura. Crece a moderada velocidad formando una copa abierta y ramificada.
De gran valor ornamental, se usa como árbol de alineación en calles y parques, por su atractiva silueta y bellísima floración muy duradera (primera quincena de noviembre). Se cubre de racimos de hasta de 25 cm de largo de flores tubulares de un vistoso y brillante color azul o lila, de 5 cm de largo. Cubren todo el árbol. Puede haber una segunda floración a principios de otoño. La caída de flores y semillas produce efecto alfombra. Florece abundantemente en exposición soleada.
Las flores y los brotes son atacadas con frecuencia por pulgones, pero resiste a la contaminación y necesita escaso mantenimiento.Las hojas tienen bastante semejanza con las la acacia mimosa, de donde le viene su nombre. Están formadas por numerosos folíolos (falsas hojas independientes) de pequeño tamaño situados a ambos lados de los nervios, haciendo que el aspecto general de la copa sea vaporoso y liviano. Aunque es un árbol caducifolio, es muy poco el tiempo en que se encuentra sin hojas, apenas ocho semanas en invierno hasta la floración.Los frutos son cápsulas leñosas, vainas planas y redondeadas, marrón oscuro. Las semillas son aladas. Fructificación a finales de otoño, permanece todo el año.
La madera se utiliza en ebanistería y carpintería, muy apreciada por sus tonos crema y rosados. Se usa en muebles, y en la decoración interior de coches de lujo.Necesita clima suave. Las heladas le perjudican, sobre todo a los ejemplares jóvenes, que llegan a morir.
Prefiere un terreno con buena capacidad de drenaje, puesto que el exceso de agua perjudica la buena formación del árbol. El suelo, no debe ser escaso en materia orgánica.
Por Cristina L. de Bugatti
Por Cristina L. de Bugatti
Ante tantas dudas y contradicciones que sufrimos los argentinos, se erige una certeza: tenemos los árboles nativos de flor más bellos del mundo. Y los gobernantes han tenido (¿por qué no?) la genial idea de plantarlos, todos, en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, donde se produce una extraordinaria saga de floraciones.Aún con el clima algo alterado, como este año, los que abren el juego son los lapachos, Tabebuia ipe, con el avance del ejemplar emblemático que está en Figueroa Alcorta y Castilla.
Después se encienden los de la Avenida 9 de Julio, y muchos ejemplares diseminados por calles y plazas. Son originarios de nuestro nordeste.Sin solución de continuidad, lucen los ceibos, Eritrhina crista galli, que avanzan desde el Norte hasta la región rioplatense, y que tal vez como afirmación de nuestra vapuleada argentinidad, se muestran más rojos y floridos que nunca.
A continuación, ya apuntan las flores de jacarandá, jacaranda mimosifolia , también tucumano-salteño, de ese azul increíble que "deja el ánimo en suspenso", según definió el doctor Arisumi, y que hasta caídas en el suelo forman una alfombra que cuesta pisar.Las enormes tipas, Tupuana tipu, que Carlos Thays descubrió en la selva tucumano-salteña, inauguran diciembre. Sus brillantes flores amarillas forman festones dorados en los cordones de las veredas.
Siguen las distinguidas flores del palo borracho, en sus dos versiones: de flores rosadas, o samohú, Chorisia speciosa, con tronco erguido, originario del Noreste, y el palo borracho amarillo, o yuchan, Chorisia insignis, tucumano-salteño, con tronco corto y corpulento cuando crece aislado, o de tallo esbelto, cuando crece en la selva. Ambos son de muy prolongada floración, más aún el yuchan, que suele estar en flor hasta el invierno.
Cierra el ciclo primavera-verano, el magnífico ibirá pitá o ybirá puitá, Peltophorum dubium; el árbol de Artigas, llamado también jacarandá amarillo, originario del Nordeste, de gran corpulencia, como lo demuestran los ejemplares plantados en la calle Lavalle, entre Rodríguez Peña y Callao.
Son especies de fácil reproducción por semilla y relativo rápido crecimiento. Las vainas de lapacho, ceibo e ibirá pitá contienen granos, la tipa da una sámara, como un ala, que aloja sus semillas. Como son leguminosas y las semillas suelen tener cutícula dura, conviene remojarlas unas horas en agua tibia. El palo borracho produce un fruto que al abrirse muestra el interior relleno con fibras sedosas, la paina ,que aloja las semillas.En el Instituto de Floricultura de INTA Castelar han logrado jacarandás y lapachos que florecen el primer año. Pero aunque haya que esperar algo más, vale la pena.
Después se encienden los de la Avenida 9 de Julio, y muchos ejemplares diseminados por calles y plazas. Son originarios de nuestro nordeste.Sin solución de continuidad, lucen los ceibos, Eritrhina crista galli, que avanzan desde el Norte hasta la región rioplatense, y que tal vez como afirmación de nuestra vapuleada argentinidad, se muestran más rojos y floridos que nunca.
A continuación, ya apuntan las flores de jacarandá, jacaranda mimosifolia , también tucumano-salteño, de ese azul increíble que "deja el ánimo en suspenso", según definió el doctor Arisumi, y que hasta caídas en el suelo forman una alfombra que cuesta pisar.Las enormes tipas, Tupuana tipu, que Carlos Thays descubrió en la selva tucumano-salteña, inauguran diciembre. Sus brillantes flores amarillas forman festones dorados en los cordones de las veredas.
Siguen las distinguidas flores del palo borracho, en sus dos versiones: de flores rosadas, o samohú, Chorisia speciosa, con tronco erguido, originario del Noreste, y el palo borracho amarillo, o yuchan, Chorisia insignis, tucumano-salteño, con tronco corto y corpulento cuando crece aislado, o de tallo esbelto, cuando crece en la selva. Ambos son de muy prolongada floración, más aún el yuchan, que suele estar en flor hasta el invierno.
Cierra el ciclo primavera-verano, el magnífico ibirá pitá o ybirá puitá, Peltophorum dubium; el árbol de Artigas, llamado también jacarandá amarillo, originario del Nordeste, de gran corpulencia, como lo demuestran los ejemplares plantados en la calle Lavalle, entre Rodríguez Peña y Callao.
Son especies de fácil reproducción por semilla y relativo rápido crecimiento. Las vainas de lapacho, ceibo e ibirá pitá contienen granos, la tipa da una sámara, como un ala, que aloja sus semillas. Como son leguminosas y las semillas suelen tener cutícula dura, conviene remojarlas unas horas en agua tibia. El palo borracho produce un fruto que al abrirse muestra el interior relleno con fibras sedosas, la paina ,que aloja las semillas.En el Instituto de Floricultura de INTA Castelar han logrado jacarandás y lapachos que florecen el primer año. Pero aunque haya que esperar algo más, vale la pena.
Yo estuve la semana pasada en Cordoba y la ciudad esta plagada de lapachos rosados. Realmente hermosa!
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