Se tenía entendido que para aprender algo nuevo, había que practicar y practicar hasta la perfección.
Pero estudios recientes informan que cerebro necesita descansos para consolidar el conocimiento recién adquirido, transformándolo de un recuerdo transitorio a un recuerdo duradero en menor tiempo.
El cerebro usa estos descansos para realizar una «repetición» mental ultra rápida de lo que acaba de aprender (una versión 50 veces más rápida de los movimientos utilizados), repitiendo una y otra vez, reforzando esa nueva conexión neuronal, su memoria y nueva habilidad.
Lo hemos visto al aprender a meditar... es aconsejable, cuando aprendemos algo nuevo, evitar practicar hasta el agotamiento, hasta el hartazgo, lo cual predispone al abandono de la nueva práctica. En cambio, es preferible tomar descansos o pausas.
Esto se aplica a nuevos movimientos, diminutos y repetitivos, de deportistas o músicos, así como a aficionados a aprender temas nuevos.
Inclusive es aplicable y efectivo en pacientes que hacen ejercicios de recuperación, después de haber sufrido un accidente motriz o cerebrovascular, durante una terapia ocupacional o durante una técnica de neuroestimulación o neuromodulación.
Se logra, con estos descansos, que la rehabilitación produzca resultados más rápidos.
La investigación realizada por Leonardo Claudino y otros investigadores, liderados por la científica Marlene Bönstrup del NIH, registraron la actividad cerebral de 33 voluntarios diestros mientras aprendían a escribir una secuencia de números con la mano izquierda en el teclado.
Los voluntarios tenían que escribir tantas secuencias como fuera posible durante diez segundos y luego tomar un descanso de diez segundos.
Ya se había observado en estudios anteriores que, tras breves intervalos, los voluntarios mejoraban la velocidad y precisión al teclear nuevas secuencias numéricas.
Pruebas de magnetoencefalografía demostraron que las rápidas «repeticiones» que el cerebro hace de lo que acaba de aprender (una habilidad de dos segundos se repite en el cerebro en la escala de milisegundos), produce la consolidación del aprendizaje en una escala de tiempo mucho más rápida de lo que se creía.
En la práctica, esto implica transferir la memoria desde el hipocampo, donde se guardan los registros temporales, a áreas del neocórtex, donde se encuentra la memoria más duradera.
Se creía que solo durante el sueño, cuando el cerebro está más libre de estímulos sensoriales externos, se producía este proceso de consolidación.
Ahora entendemos que los recuerdos también se consolidan casi simultáneamente con la práctica.
Se recomienda, entonces, en vez de practicar hasta el agotamiento, hacerlo diez veces, por ejemplo, luego tomar un descanso y luego repetir la secuencia.
Esta técnica, obviamente, también es aconsejable aplicar en las prácticas pedagógicas en las escuelas o universidades, incluyendo estos descansos.
Todavía no se sabe con certeza la duración ideal de un descanso para la consolidación óptima de los nuevos aprendizajes. En los estudios controlados en laboratorio, se tomó como parámetro, diez minutos de práctica y diez minutos de descanso.
«Es importante que el estudiante tenga estos períodos de descanso, porque su cerebro estará activo, a pesar del descanso, este es nuestro descubrimiento. Su hipocampo y su corteza estarán realizando estos intercambios, que consolidarán el aprendizaje reciente», afirma Leonardo Claudino.
La investigadora en psicología cognitiva Barbara Oakley, en su libro «Aprender a aprender», explica que el cerebro funciona de dos maneras diferentes, que se complementan en el aprendizaje: uno es el modo enfocado (cuando estamos prestando atención a un ejercicio, una clase, una disertación, etc.) y el modo difuso (cuando el cerebro está relajado).
Según Oakley, el cerebro necesita cambiar entre el modo enfocado y el difuso para aprender de manera efectiva.
Relajar la mente, ya sea dando un paseo o cambiando de actividad, ayuda directamente a mejorar el aprendizaje y la resolución de problemas.
«Cuando estás atascado en una tarea de matemáticas, lo mejor que puedes hacer es cambiar el enfoque y estudiar algo de geografía. De esa manera, podrás salir adelante cuando vuelvas a las matemáticas», sugiere Oakley.
Queda claro con esto que, incluso durante el descanso, el cerebro nunca deja de aprender.
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