Cuando nos decidimos a
llevar una vida de peregrino, viajero, o caballero andante –arquetipos del
héroe o iniciado–, nos encontramos en que esta búsqueda del centro, de la
armonía con lo divino, no es tan fácil ni evidente.
Este peregrinaje hacia
nuestro interior es un arduo camino, sobre todo cuando nos percatamos de que
está condicionado por nuestras reacciones más que por nuestras acciones. Y la
verdad es que nuestras decisiones, por más nobles que sean, responden apenas en
un 5% a nuestra voluntad, a nuestro consciente. En realidad están más
supeditadas (en un 15%) a la instrucción recibida en nuestra infancia hasta los
6 ó 7 años; y (en un 80%) a la programación genético-cultural que nuestros
ancestros han dejado como impronta. La buena noticia es que, del momento en que
tomamos conciencia de esto, podemos tomar las riendas de nuestra vida en pos de
la libertad y reprogramarnos.
Sabemos que el aquí y
ahora, el presente, valga la redundancia, es un gran presente, un gran regalo divino.
Liberarnos de la programación del pasado y no estar ansiosos por el devenir, es
lo mejor que nos puede pasar; es más, es la vida que deberíamos llevar.
La tecnología de alta
gama con la que contamos en la actualidad nos permite estudiar este mundo
cuántico (mundo energético) en el que vivimos, y pone en evidencia la profunda
conexión que tenemos con el Cosmos y por ende, con nuestro interior, con
nuestro conciente y subconsciente. Es así que la ciencia cuántica deviene en el
lenguaje contemporáneo del misticismo, explicándonos no solo el por qué de esta
desconexión que hemos tenido de la Divinidad, sino facilitándonos también las
herramientas para religarnos con ella.
Estudiosos de la espiritualidad
como Emilio Carrillo, junto a exponentes de la neurogénesis y la epigenética como
Joe Dispenza, Mario Alonso Puig, Bruce Lipton y Masaru Emoto (entre tantos
otros), devienen en mentores de este nuevo misticismo donde ciencia y
espiritualidad van de la mano por la simple razón de que somos todos Uno.
Estos científicos
cuánticos (que ven el poder energético del Cosmos y de cada uno) ven a la
Matrix (la sociedad consumista, inescrupulosa, manipuladora, codiciosa y
egoísta) como nocebo que nos condena a la desconexión con la Divinidad y por
ende, a la infelicidad. Y nos alientan a revertir la programación del
subconsciente desde la manipulación de los genes, del ADN, de las sinapsis
neuronales… Nos develan que nosotros, hechos a imagen y semejanza del Creador,
también somos creadores; somos el Microcosmos del Macrocosmos; tenemos el poder
de crear nuestra propia realidad, nuestra propia biología y nuestra propia
espiritualidad desde las creencias que adoptemos.
La tecnología y las
redes sociales usadas al servicio del despertar de la consciencia pueden favorecer
este despertar colectivo acercándonos a través de sus portales, las conclusiones
de décadas de estudios de estos gurúes científicos que amalgaman “espiritualidad
& ciencia”. Claro está… la llave está en manos de quienes quieran oír, y
quienes quieran trabajar en su propio despertar.
Estos científicos
parten del principio de que –contrario a lo que sostenían Leibniz y Newton de
que Natura non facit saltus (“La naturaleza no procede a saltos”)– sí se puede
provocar un salto cuántico, un cambio importante del estado del Ser, y hasta
del estado físico. Sostienen que así como desde el pensamiento positivo podemos
regenerar células y sanarnos, u optimizar el sistema inmune, de la misma manera
podemos modificar nuestra genética y hasta la información de nuestro subconsciente.
Exponen que el éxito
de nuestro bienestar y felicidad se basa en llevar una vida simple, en saber
decir no a lo que no vibra con nuestra energía, y a aceptar lo que no está en
nuestras manos cambiar.
La felicidad va de la
mano de nuestra capacidad de conocernos a nosotros mismos. Bruce Lipton, por
ejemplo, sintetiza que el secreto está en cambiar la información del subconsciente
que nos condena a no sentirnos merecedores
de la abundancia y la riqueza (espiritual, afectiva y material),
información que sabotea nuestra felicidad. Menciona que las herramientas,
simples y al alcance de todos, básicamente son:
• Meditar con regularidad.
• Incorporar información positiva
(sobre el amor, la compasión, la gratitud, la autoestima, la abundancia, el
desapego, etc.) en el momento de la hipnagogia (entre la vigilia y el sueño),
ya que es el momento en el cual el conciente deja de trabajar y todo lo que
sigamos escuchando al dormirnos, ya no será escuchado por el conciente sino por
el subconsciente.
• Cambiar los malos hábitos o los
hábitos que nos saboteen nuestras metas por buenos hábitos (se puede hacer
desde la hipnosis, pero por sobre todo, desde la repetición constante de los
nuevos hábitos hasta ser incorporados en el subconsciente).
• Pensar, sentir, actuar desde el
agradecimiento y la buena energía. La buena vibra transforma las células y los
genes.
• Con una emoción fuerte.
• Con una emoción fuerte.
Todo este proceso de
autoconocimiento y transmutación alquímica es individual. Hay tantos estados
del Ser como almas, y no hay una sola persona, alma o estado del Ser igual a
otro. Por eso no hay manual único aplicable. El trabajo es individual,
personalizado y arduo, pero vale la pena…
Tamara Le Gorlois
Genial, me encantó!!!
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