Elevando nuestra frecuencia vibratoria


En términos de espiritualidad y crecimiento personal, “elevar la frecuencia vibratoria” es sinónimo de “mejorar”, “crecer”, “sublimar”…
La frecuencia vibratoria –se mide en hercios (Hz)– indica la cantidad de ciclos que produce una onda en determinada unidad de tiempo –por lo general, un segundo–; a mayor frecuencia, más rápido vibra la onda.
¿Pero cuál es su relación con la espiritualidad? El punto está en que nosotros estamos constituidos por ondas; de hecho, todo el universo son ondas del momento que está constituido por diminutas partículas (quarks y electrones) que se comportan como ondas. Hasta en nuestra más profunda esencia somos ondas cuya frecuencia de vibración varía de un ser a otro.

Aumentar la frecuencia vibratoria favorece la vida en el universo. Y así como se da en el Cosmos, se da a nivel individual: a mayor vibración interna, más rica y creativa será nuestra vida y más sensibles a nuestro entorno, más conscientes de la realidad; se produce el despertar de la conciencia.
Esto se debe a la propiedad de las ondas: cuando una onda se encuentra con un objeto en su camino, solo lo percibe si el tamaño del objeto es mayor que la distancia entre dos picos de la onda (a esta distancia la denominamos “longitud de onda”). Esto significa que cuanto menor es la longitud de una onda, más capacidad tiene de percibir objetos pequeños; se percibe el entorno con más detalle.

Se reconoce la frecuencia de vibración del universo en 432 Hz –432 ciclos por segundo–. La Tierra tiene una vibración natural de 432 Hz; el balance sónico de la naturaleza es de 432 Hz, vibrando en patrones de la proporción de oro Phi. La vibración en proporción áurea unifica las propiedades de la luz, el tiempo, el espacio, la materia, la gravedad y el magnetismo con la biología, el código del ADN y la conciencia.

Nuestra frecuencia vibratoria hace que seamos capaces o no de ver muchos aspectos de la vida. Se nos escaparán muchas cosas si fuera baja, sobre todo considerando que muchos aspectos del universo son muy sutiles, imperceptibles por lo general para nuestra frecuencia. Pero hay forma de aumentarla.
La música en esta frecuencia sintoniza con la geometría musical de la creación; transmuta el alma y el cuerpo dándonos armonía, calma y relajación; vibra con el ritmo cardíaco y con la frecuencia de la doble hélice del ADN favoreciendo la reparación celular, la optimización de la función cerebral y sincronizando ambos hemisferios cerebrales. Los músicos conscientes afinan la nota LA a 432 Hz atribuyéndole un claro efecto sobre la conciencia humana y la actividad celular del organismo. Esta frecuencia fue utilizada por grandes compositores como Mozart y Chopin en sus Nocturnos; hasta los Rolling Stones llegaron a conocer los beneficios de esta frecuencia.
Cantar en esta frecuencia aumenta la capacidad expresiva, libera la carga emocional de los bloqueos energéticos y expande la conciencia.
Tenemos la posibilidad de aumentar nuestra frecuencia haciéndonos conscientes de esto. De hecho, es lo que hemos venido a hacer a este mundo.


Lic. Tamara Le Gorlois 

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