Medicina Funcional: cómo ganarle a las enfermedades sin medicamentos. Longevidad con calidad de vida.

La tecnología y los estudios realizados en los últimos 15 a 20 años dan lugar a una nueva medicina, la Medicina Funcional con una mirada sobre la prevención de las enfermedades o su resiliencia.

La Medicina Funcional apunta a cambiar los hábitos que generan dolencias como depresión, obesidad, diabetes, cáncer, hipertensión, ateroesclerosis, Alzheimer, Parkinson, esclerosis, demencia, atrofia muscular, infartos, derrames cerebrales, hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, cardiopatía coronaria, trombosis, EPOC, artrosis, artritis, osteoporosis (pérdida de hueso), sarcopenia (pérdida de músculo), enfermedades gastrodigestivas, hígado graso, celiaquía, alergias, insuficiencia renal, disbiosis, pérdida de peso, enfermedades dermatológicas, enfermedades autoinmunes, síndrome poliquístico, anemia, dislipidemia (concentración elevada o baja de colesterol y/o triglicéridos)…

Todas, todas estas enfermedades se generan desde los malos hábitos sostenidos en el tiempo a lo largo de toda nuestra vida. En muy pocos casos se generan por causas genéticas y, aun así, las últimas investigaciones sobre epigenética (Bruce Lipton es un referente), también han demostrado que podemos, desde una postura de consciencia, responsabilidad y autocuidado, revertir o modificar cualquier patrón genético.

 

Hasta ahora imperó la Medicina Alopática, convencional o tradicional.

La palabra "alopático" proviene del griego "allos": que significa "otro" o "diferente" y "pathos": que significa "sufrimiento" o "enfermedad". Por lo tanto, alopatía literalmente significa "tratar con algo diferente". Samuel Hahnemann, el fundador de la homeopatía, utilizó este término de manera despectiva para referirse a la medicina convencional, ya que los tratamientos alopáticos utilizaban medicamentos o intervenciones que producían efectos opuestos o contrarios a los síntomas de una enfermedad, en lugar de tratar con algo similar, como lo proponía la homeopatía.

La medicina alopática o tradicional se basa en paliar síntomas de enfermedades con medicamentos que tienen, en su gran mayoría, efectos contraindicados. Si bien este tráfico de medicamentos puede aportar alivio en dolencias, no están tratando el mal desde su origen.

 

Por lo contrario, la Medicina Funcional observa, analiza y actúa sobre las causas de las enfermedades y traza un mapa de cambio de hábitos acorde a cada individuo, para así prevenir dolencias o resetear el metabolismo de manera que se pare cualquier proceso degenerativo ya instalado.

Siempre es recomendable la consulta con algún profesional de la nutrición o de la medicina actualizado con los papers (documentos científicos con resultados de una investigación, revisión o análisis sobre un tema específico) más recientes.

 

Pero por sobre todo, tengamos en cuenta que la Medicina Funcional no es medicina milagrosa. Su eficacia depende de la propia toma de consciencia, responsabilidad, decisión y voluntad propia de cambiar todo hábito nocivo lo antes posible. Tengamos en cuenta que cuando la enfermedad se manifiesta, lo más seguro es que ya haya tenido 10, 20 ó 30 años de proceso no manifestado. Por eso es fundamental la instrucción, salir de la ignorancia estudiando, instruyéndonos respecto a los hábitos a cambiar, en post de nuestro bienestar y el de nuestros seres queridos.

 

Aquí va una primera guía para realizar esta metanoia, esta rectificación hacia la vida sana y de calidad. El costo es cero, ya que encontramos mucha información en la Web, en PDF o como audiolibro, podcast o conferencias en You Tube, generosamente compartido por grandes profesionales y científicos:

 

1)    Estudiar cómo vencer adicciones (fumar, alcohol, drogas, ludopatía, sedentarismo, adicción a los azúcares y harinas blancas, etc.) y cambios de hábitos.

Bibliografía recomendada: Hábitos Atómicos, de James Clear.

Otros referentes: Dr. Roberto Vitale

https://www.youtube.com/watch?v=pDwzKsjnABk

https://www.youtube.com/watch?v=ghcyhElMjBc

https://www.youtube.com/watch?v=8vWgn-EVwxI

https://www.youtube.com/watch?v=TuRXS2uaNzw&t=9s

  

2)    Cambiar la microbiota adicta a los azúcares, alimentos refinados y multiprocesados por una microbiota saludable.

Referentes que encontramos en You Tube: Dra. Dolores de la Puerta, Dr. Will Bulsiewicz (en español), Dr. Xevi Verdaguer, Dra. Olalla Otero, Dr. Carlos Jaramillo, Dr. Oswaldo Restrepo, Dr. Frank Suárez (Metabolismo TV).

 

3)    Cambiar hábitos alimenticios siguiendo la Alimentación Molecular. Junto al cuidado de la microbiota, la alimentación molecular nos saca el deseo de comer compulsivamente y cuida las cantidades y equilibrio de macronutrientes y micronutrientes requeridos por el organismo.

Referentes que encontramos en You Tube: Dr. Benjamín Ramírez, Dr. Carlos Jaramillo, Dr. Borja Bandera (el nutricionista de Messi).

 

4)    Suplementación y fitoterapia: usar bajo la mirada de un profesional nutricional, vitaminas, minerales, hierbas y otros suplementos para tratar deficiencias y apoyar la función óptima del cuerpo.

Referentes en You Tube: Dr. Benjamín Ramírez, Dr. Carlos Jaramillo

 

5)    Cambiar hábitos del sueño, cuidar el ciclo circadiano y los ayunos intermitentes. El buen dormir es básico para que los nutrientes construyan y reparen un buen organismo. La reparación celular, la sanación se produce de noche cuando dormimos bien ocho horas. La calidad del sueño es fundamental en este proceso, debe ser de noche durante ocho horas (en las primeras seis horas se repara el cuerpo y en la séptima y octava hora se limpia y repara el cerebro) y sin interrupciones. Cuidar el ciclo circadiano y los ayunos intermitentes favorecen el buen dormir.

El ciclo circadiano apaga el metabolismo dos horas después de caer la luz natural, por lo que se recomienda hacer la última ingesta a las seis de la tarde. Todo lo que comamos de noche quedará atrapado en el sistema digestivo sin ser digerido correctamente, fermentándose, causando pesadez e insomnio. Tener la última ingesta a la tarde favorece el ayuno intermitente de 16 horas, mejorando el metabolismo, dando lugar a la autofagia de células senescentes, pérdida y control de peso, disminución de la inflamación crónica, entre otros.

Referentes en You Tube: Dra. Nuria Roure, Lic. Yolanda Calvo, Nacho Roura, Jana Fernández (autora del libro Aprende a Descansar).

 

6)    Cambiar hábitos respiratorios. El 90 % de la población respiramos mal, y eso conlleva bruxismo, ronquidos, apneas, cansancio y enfermedades producto de respirar por la boca, sin filtrar el aire.

Referentes en You Tube: Sol de la Torre (@soltowanda) https://www.youtube.com/watch?v=0BtlTvpYZeA

 

7)    Cambiar hábitos sociales. Somos el promedio de las personas con las que interactuamos a diario. Difícilmente podremos tener calidad de vida si nuestro entorno social en hostil. Es crucial, para la longevidad con calidad de vida que nuestra selección de amigos, pareja, compañeros de trabajo, y hasta entorno familiar en general sea de calidad. Permanecer en una relación de pareja o en un trabajo que nos mantenga el cortisol (hormona del estrés) en altas dosis, no solo precipita nuestra oxidación molecular sino que imposibilita la planificación de vida, el buen sueño/descanso y el buen estado de salud. En Japón reconocen que uno de los 4 pilares de la longevidad con calidad es la selección de grupos sociales donde prevalezca el cuidado mutuo de todos sus integrantes.

Referentes en You Tube: Walter Riso, Dra. Marian Rojas Estapé

 

8)    Optimizar nuestro ámbito de vida. De nada sirve “tomar vacaciones reparadoras” si el lugar donde trabajamos y vivimos la mayor parte de nuestra vida, es hostil. Debemos priorizar los ámbitos que no nos condenen al sedentarismo, al estrés, a la falta de luz natural… Nuestro hogar y lugar de trabajo debe ser de calidad, orden e higiene. La posibilidad de estar en contacto con la naturaleza también es importante. Está comprobadísimo el poder terapéutico de los espacios al aire libre, la posibilidad de estar en contacto con plantas y mascotas y de hacer grounding o earthing (caminar descalzo sobre hierba, tierra, o arena, o sea, entrar en contacto con la energía de la tierra).

 

9)    Optimizar nuestro consumo intelectual. Así como debemos ser conscientes de lo que comemos y respiramos, también deberíamos ser cuidadosos respecto a los programas de televisión, música, redes sociales y lecturas que consumimos. El amarillismo de los noticieros, la violencia manifiesta en audios, imágenes y comentarios en redes sociales pueden ser un verdadero atentado al sistema inmunológico, al buen descanso y la calidad de vida. Deberíamos hacer una selección de programas de calidad, que no disparen cortisol, que sean instructivos; y que inspiren al crecimiento y salud cognitiva y emocional.


10)                       Agradecer, tener un propósito de vida y autoestima. Tener espacios para la meditación, el silencio, la reflexión, el mindfulness es crucial para entender el para qué de nuestra vida. Tener sentido de vida, propósito de vida, es importante para vivir con calidad y elevar nuestra vibración energética y control emocional. Tener el hábito de reflexionar y agradecer por todo lo que nos mejora la existencia también colabora en el buen funcionamiento metabólico y cognitivo. Planificar metas y cómo concretarlas y ponerse en acción también es crucial. Concretar pequeñas y grandes metas eleva nuestra autoestima, el amor hacia uno mismo, y por consecuencia, hacia los demás.

 

11)                       Hacer ejercicio a diario. Nada de todo lo anterior se hace efectivo si no tenemos una rutina frecuente (al menos tres veces a la semana) de ejercicios físicos. Sea bailar, caminar, hacer yoga, pilates, deportes que no produzcan lesiones, ejercicios de fuerza, sentadillas, natación, subir y bajar escaleras, tareas en la casa (limpieza, jardinería, mantenimiento), todo lo que signifique cortar con el sedentarismo, cambiando y variando las rutinas, al menos durante 40 minutos por día, propicia la asimilación de las vitaminas, baja el cortisol y produce BDNF (Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro), una proteína que desempeña un papel crucial en el desarrollo, mantenimiento, y función del sistema nervioso.

Tamara Le Gorlois

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