Rituales panegíricos

Lic. Tamara Le Gorlois

Los rituales panegíricos tienen innata la idea de hacer partícipe al pueblo en actos que procuran religar al hombre con la divinidad. Remonta su origen al teatro clásico griego, el cual tenía connotaciones más místicas que artísticas. En el teatro griego, los panegíricos eran cantos de loanza o de triunfo al dios Apolo, que a buenas palabras, no es otra cosa que el loor a la sublimación intelectual y espiritual, el ascenso a los Estados Superiores del Ser.
La palabra griega panegyrikos proviene de pan (todo) y gyrikos (pueblo), o sea «todo el pueblo» y hace referencia al discurso apto para la gente en general. Consiste en un discurso que pronuncia una serie de alabanzas ordenadas, repetidas y concordes entre sí en alabanza a alguien, tal como Homero cantaba a los caudillos griegos (iniciados).
Con la cristianización de los ritos paganos, los panegíricos dieron origen en los primeros siglos de la cristiandad, a las letanías (vocablo que deriva del griego litanueo, y significa súplica o rogativa) de la Virgen María, de Dios, o de los santos.

Las letanías marianas son una lista de atributos, propiedades, apelativos atribuidos a la Virgen, muchos tomados de las Escrituras, otros de la tradición o de la piedad popular. Se convirtieron en enumeraciones panegíricas, súplicas o alabanzas dialogadas entre los sacerdotes y los fieles, pero lo interesante es que deben ser recitados como un mantra, como el om mani padme hum de los budistas.
Lo que aquí importa no es tanto si la virgo es patens o clemens; en realidad, más allá de darle importancia al significado de las palabras, lo que cuenta es dejarse llevar por el vértigo del sonido en su repetición, porque la palabra es sonido, el sonido es vibración, y la vibración es energía. Tal es así que hasta el Concilio Vaticano II las letanías se recitaban en latín sin importar que la mayoría de los feligreses no entendiesen esa lengua.

La sinergia que se produce desde la enumeración o repetición continua (que termina produciendo energía al igual que una dínamo que gira repetidamente a ritmo sostenido) se manifiesta también en las letanías de Dios o de los santos, donde tampoco importa si se están nombrando santos presentes o ausentes, lo que vale es nuevamente la escansión rítmica de los nombres a lo largo de un tiempo suficientemente largo. La escansión (palabra que proviene de escandir, y éste del latín scandĕre, “subir, medir los versos”) divide el verso en componentes como sílabas o rimas, y recibe este nombre por analogía con el ascenso por una escalera. Al escandir se libera y eleva la Kundalini, la energía que conduce a los Estados Superiores del Ser. 


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